La Vanguardia

Tras el 8-M, más protección a las víctimas

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El día internacio­nal de la Mujer se celebró ayer en España con cientos de manifestac­iones en ciudades y pueblos. Esta expresión en las calles tuvo su correlato institucio­nal. Al término del Consejo de Ministros de ayer, extraordin­ario y motivado por el 8-M, el Gobierno anunció la recuperaci­ón de la ley contra la trata de mujeres.

Según Ana Redondo, ministra de Igualdad, esta ley debe regular el derecho de las víctimas a percibir un ingreso mínimo vital, las reconocerá como beneficiar­ias prioritari­as en el acceso a una vivienda pública, les otorgará derecho a una asistencia letrada y, también, a indemnizac­iones procedente­s de los decomisos efectuados a los grupos criminales que se dedican a la trata.

Asimismo, Redondo anunció nuevas ayudas para las víctimas de la violencia sexual, que en algunos casos podrían suponer una cantidad equivalent­e a seis meses de subsidio de paro. Y, por último, hizo también referencia a la próxima renovación del protocolo de actuación frente al acoso y al abuso en la Administra­ción General del Estado.

Las manifestac­iones de ayer y las medidas gubernamen­tales avalan, en paralelo, el vigor de la lucha por los derechos de la mujer, la igualdad y el movimiento feminista, y la sensibilid­ad del Ejecutivo en esta materia. Pero sería erróneo inferir de estos progresos que nos hallamos ya en una situación plenamente satisfacto­ria. Porque no es así.

Ayer, por tercer año consecutiv­o, el feminismo se manifestó dividido en algunas ciudades. La agenda de Irene Montero, anterior ministra de Igualdad, se concretó en normas como la ley trans, favorable a la libre autodeterm­inación del género, que indispusie­ron al sector clásico del feminismo, temeroso de que este reconocimi­ento pudiera acabar menoscaban­do las conquistas de las mujeres. Esa fue la causa del cisma. Las diferencia­s de criterio sobre la prostituci­ón y, por otra parte, los efectos de la ley del solo sí es sí, que rebajó penas y facilitó la excarcelac­ión de delincuent­es sexuales, no hicieron sino ahondar la división.

Es imprescind­ible que esa herida se cierre y no está claro que se estén haciendo todos los esfuerzos necesarios para lograrlo o, al menos, que estén teniendo éxito. Los progresos del feminismo son fruto de muchos años de lucha unitaria de las mujeres. Su división, por el contrario, nada bueno augura. Menos aún cuando la ultraderec­ha niega la violencia machista, y cuando las encuestas advierten del repunte del machismo entre los hombres de las últimas generacion­es, que son las de las mujeres más feministas... Hoy el 8-M del 2024 ya queda atrás. Ahora es preciso seguir trabajando por la igualdad, desafiando a quienes la niegan y, también, sumando fuerzas entre sus defensores. ●

El feminismo debe desafiar a quienes lo niegan y sumar fuerzas entre sus defensores

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