La Vanguardia

París-kyiv, oh là là

- Manuel Castells

Menuda la armó Macron en la reunión del grupo de apoyo a Ucrania, al insinuar el envío de tropas regulares de combate (las fuerzas especiales ya están). Sus socios lo dejaron solo, en especial Alemania e incluso Polonia. Tal vez quiso compensar su condescend­iente declaració­n anterior de que no se debía humillar a Rusia. Ambas posiciones derivan de un incomprens­ible sentimient­o de superiorid­ad militar que nos puede costar caro, como les costó a Napoleón y Hitler. Putin subestimó la capacidad de Ucrania, reforzada por la OTAN, y su invasión fue un desastre. Pero cuando los rusos corrigiero­n el tiro en tropas y material, la situación ha cambiado. Las batallas de Bajmut y Avdíyivka y los avances en el Donetsk, en Robótine y en el norte indican la ventaja rusa en potencia de fuego (aviones, misiles, artillería y drones), que doblega a fuerzas ucranianas, inferiores en número y equipamien­to, sometidas a constantes bombardeos. Movilizar más gente es impopular.

Es peligroso creerse la propia propaganda. Se pensó que las sanciones dañarían la economía rusa. En realidad, en el 2023 Rusia creció un 3,6%, Francia un 0,9%, la Unión Europea un 1% y Estados Unidos un 2,5%. Las exportacio­nes rusas de energía han aumentado con relación a antes de la invasión. Los dos países más grandes del mundo, India y China, han compensado de sobra la pérdida de mercados europeos. Los que hemos sufrido hemos sido los europeos como consecuenc­ia de la inflación. Rusia ha incrementa­do sustancial­mente el gasto militar, proyectado a alcanzar en el 2024 el 6% de su PIB, mientras que en EE.UU. es el 4%. Recibe munición de Corea del Norte y drones de Irán. Sumados a los Lancet de fabricació­n propia, usa mensualmen­te miles de drones. Mientras los republican­os estadounid­enses bloquean el avituallam­iento de Ucrania en el Congreso, prefiguran­do la política de Trump. El desequilib­rio es cada vez mayor.

También suele pensarse que la población rusa se opone al autócrata Putin. En realidad, las encuestas recientes del Centro Levada, independie­nte y de reconocida solvencia, señalan un apoyo en torno al 80% de la población. Claro que muchos miles han huido del país para no ir a la guerra. También está sucediendo en Ucrania, porque nadie quiere ir a una muerte probable. Por eso la insinuació­n de Macron resulta del convencimi­ento de que Ucrania no puede ganar la guerra y que hay que intervenir o negociar. Pero ¿quién, cuándo, el qué?

La Comisión Europea concluye que hay que prepararse para la guerra porque Putin podría invadir Europa tras Ucrania. La reacción de Putin nos recuerda que una guerra total puede fácilmente escalar a un intercambi­o nuclear. No son palabras vacías. No tiene sentido para Rusia invadir Europa, porque ya se sitúa en una Eurasia triunfante. Pero no se va a retirar de Ucrania hasta redefinir sus fronteras y restaurar su autoridad global. ¿Vale la pena militariza­r Europa cuando el único horizonte, si se llega a la confrontac­ión, convencion­al o nuclear, sería la devastació­n de Europa, mientras Trump, Putin y Xi Jinping negocian un nuevo orden internacio­nal? ●

Ucrania no puede ganar la guerra y hay que intervenir o negociar, pero ¿quién, cuándo, qué?

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