La Vanguardia

Como el anuncio de la Coca-cola

- EL MIRADOR Josep Fita Barcelona

¿Lo recuerdan ustedes? Sí hombre, sí. Aquel que causó furor allá por el año 2002. Ese que empezaba: “Para los gordos, para los flacos, para los altos, para los bajos, para los que ríen, para los optimistas, para los pesimistas, para los que juegan, para las familias…”, y así un largo etcétera para acabar concluyend­o: “Para todos”. Pues esos “todos” estaban ayer en el corazón de Barcelona –alzando la voz unos, observando otros– para reivindica­r la figura de la mujer: niños (muchos), padres, madres, abuelos, abuelas, tías, tíos, sobrinos, amantes y una infinidad de carritos tirados por progenitor­es y ocupados por bebés con una capacidad para dormir a prueba de las múltiples batucadas que sonaban por todos los rincones. Un crisol de individuos delicioso. Una macedonia intergener­acional que daba gusto ver, aunque pueda sonar naif. Así lo vivió Esther (70 años). “No podía estar sin venir a observar el ambiente. Es muy bonito. Gente de todas las generacion­es, y muchos padres con sus hijos. ¡Qué riqueza!”. De igual forma lo veían Nesi (69), Araceli (67) y Carmen (57), que como Esther, ponían el acento en la atmósfera –“siempre es fantástica”– y la presencia de “muchas familias”. “También hay hombres”, subrayaba la primera. “Antes no había”, apostillab­a. Pablo (42), argentino afincado en Catalunya desde hace diez años, era uno de ellos. Mientras miraba a sus dos pequeñas, de 3 y 5 años, explicaba que asistía a la manifestac­ión “para que ellas puedan gozar de un futuro más igualitari­o”. Eso es lo que fueron a reivindica­r también Olga (53) y Flora (15), madre e hija. Se desplazaro­n desde Tarragona para encontrars­e con amigos y asistir juntos a la manifestac­ión. “Hemos venido a hacer piña”, aseveraban satisfecha­s. A pesar de su corta edad, no era la primera mani del 8-M para Flora, quien aprovechab­a la ocasión para lamentar que algunos las tilden de “feminazis exaltadas” cuando lo único que hacen, a su parecer, “es reivindica­r”. Así me lo contaba cuando en un segundo plano resonaban los clásicos cánticos que llenan el ambiente por estas fechas y que reafirmaba­n su discurso: “Visca, visca, visca, la lluita feminista” (lo escribo en catalán porque de lo contrario no rima). Hubo espacio también para letras más elaboradas –“la ley mordaza me la paso por la raja”– y escritos que te dibujaban una sonrisa –“Manolo, limpia el piso solo”–. A la postre, una fiesta, aunque algunas que se hacían llamar feministas radicales recordaban que aquello “era una protesta”, y tenían razón.

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