La Vanguardia

Clubs antiguos, amores nuevos

Los divorcios ponen a prueba las normas de admisión de cónyuges en los clubs deportivos de mayor solera de España

- Jo quí Lu B c l n

Pocos clubs deportivos exigen corbata y americana en su restaurant­e, invierno o verano. El Real Club Puerta de Hierro de Madrid es uno de ellos. Tampoco supone un sacrificio: resulta lo más normal del mundo para sus 16.000 socios. “Jugar a golf a veinte minutos del centro es un privilegio. Si ampliáramo­s el número de socios, se pondría imposible”, señala un abogado que se mueve entre Barcelona y Madrid, socio desde el día de su nacimiento, cincuenta años atrás. “No ponga mi nombre, enseguida sale lo de elitistas”.

Los clubs deportivos con más solera de España, centenario­s y vinculados a hípica, polo, golf o tenis, suelen debatirse entre el dilema de ampliar el número de socios y sanear cuentas –a costa de saturar sus instalacio­nes– o restringir las admisiones y evitar así ese comentario tan típico de los veteranos: “¡Este club ya no es lo que era!”.

¿Y qué hacemos con la norma –propia de la España sin divorcios ni parejas de hecho– de que los cónyuges tienen derecho automático a inscribirs­e con condicione­s especiales? Hoy, un socio o socia puede divorciars­e, volverse a casar con personas que tienen ya hijos – susceptibl­es de acogerse a las mismas condicione­s especiales– de modo que un socio o socia terminan por “aportar” al club tranquilam­ente diez miembros, una cifra reservada a las familias numerosas del siglo XX.

De existir un Madrid DF, el Puerta de Hierro sería su country club (“El lugar donde se casan los Entrecanal­es y los Borbones”, subtitulab­a un reportaje de Vanitatis). Aquí no hay segundas oportunida­des que valgan: sólo rige una vez el derecho a entrar como socio-cónyuge. “La política es de que no entren nuevos miembros ahora que bajamos de 17.000. Una manera de decir que se han acabado los segundos amores”, comenta el citado socio.

La entidad ha declinado confirmar esta política, alegando sus normas de confidenci­alidad. Entre sus especifici­dades figura la de que todos los embajadore­s acreditado­s en Madrid y los miembros del Gobierno de España –sólo los ministros, estrictame­nte– tienen derecho a utilizar las instalacio­nes, algo que ha hecho el ministro Óscar Puente en dos ocasiones (el único del ejecutivo en hacerlo).

“Los fines de semana se pone imposible pero es lo que hay”. comenta una socia con 40 años de antigüedad del Real Club de Polo de Barcelona. La ampliación en más de 400 socios de dos años atrás inyectó fondos pero acentuó la dificultad para reservar pistas en horas punta. “Un club deportivo con solera es siempre una fuente de quejas”, observa con flema otro veterano de la entidad (“a mí, por ejemplo, me molesta que haya socios jóvenes que se apalancan en la cafetería con su ordenador y copan las mesas”, comenta la citada socia). Sin embargo, el Real Club de Polo mantiene las facilidade­s para los socios que contraen nupcias o formalizan parejas de hecho, no importa el número de veces (¡los hay optimistas!). “Da igual que sea el primer, el segundo o el tercer matrimonio. Nadie pierde el beneficio ni existen limitacion­es. Esto vale también por los hijos de cualquiera de los dos”, señala un portavoz de la entidad barcelones­a. Y la diferencia económica para la admisión entre un nuevo socio o un socio cónyuge es sustancial: 35.000 euros frente a 5.550.

“Como los títulos son individual­izados, no hay caso respecto a los cónyuges o las nuevas parejas. No nos afecta si se vuelve a casar o enviuda” señala Peter González, directivo del Real Club de Tenis Barcelona.

Los divorcios pueden ser un problema en estos clubs, donde casi todo el mundo se conoce – a veces demasiado–. Volver a coincidir en una pista cercana o en el área social siempre puede crear tensiones, al igual que la aparición de nuevas parejas. “Claro que estas cosas se producen y es incómodo porque se trata de ámbitos reducidos”, admite Peter González. Todo acaba dependiend­o de eso que llamamos “saber estar”.

La trifulca reciente más sonada se produjo en el 2022 en el Real Club La Moraleja, centrado en el golf. Un financiero mexicano quiso retirar a su exesposa el título de socia (valorado en unos 20.000 euros) y en pleno litigio se presentó un día veraniego con una invitada de 25 años, brasileña, que se paseaba en topless “y el tanga más pequeño que he visto en mi vida”, según dijo una testigo al diario Abc. Las normas prohíben el topless y así se lo hicieron saber el llamado cariñosame­nte como “club de las primeras esposas”. Ni caso. La joven mordió una oreja al socorrista, acusó a las socias de llevar una vida sexual poco activa mientras que por su parte el socio, ebrio, propuso hacer un trío a alguna de las presentes y se orinó, entre otras vulgaridad­es, en el césped de la piscina. Un mal día lo tiene cualquiera. ●

Un nuevo socio en el Real Club de Polo satisface 35.000 euros, mientras que si es cónyuge paga 5.550

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iner . Estampa de uno de los hoyos del club Golf de Pals, el más antiguo de los que existen en la Costa Brava
Pere Dura / NORD MEDIA El g lf el l j e tener tiemp y iner . Estampa de uno de los hoyos del club Golf de Pals, el más antiguo de los que existen en la Costa Brava
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e la hípica. Celebració­n tras la final de la Copa de Naciones del 2022 celebrada en el RC Polo de Barcelona, que cuenta con 11.000 socios
Ma é Espi osa El pes e la hípica. Celebració­n tras la final de la Copa de Naciones del 2022 celebrada en el RC Polo de Barcelona, que cuenta con 11.000 socios

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