La Vanguardia

Dioses, monstruos y otros calvarios

El cine pío celebra la Semana Santa en las plataforma­s digitales mientras las salas se vuelven grecorroma­nas

- Pedro Vallín

Hollywood es pagana. Siempre lo ha sido. Sodoma, Babilonia, Hollywood, Las Vegas, Montecarlo, Miami... la geografía histórica del pecado es bien conocida, en parte porque el mismo concepto de ciudad es, desde Babel, un desafío a los cielos. Pero cuando la meca del cine empezó a explotar la historiogr­afía del Mediterrán­eo de la antigüedad con túnicas multicolor­es y columnas de poliestire­no, descubrió que sus peplum eran un modelo idóneo perfecto para poner en imágenes la Biblia, con solo cambiar a Cleopatra por Dalila o Séfora. Y en los países píos, como es el caso, las redencione­s judías y otras leyendas piadosas se reservaron para que estos días sin carne fueran menos recogidos y más voluptuoso­s. Las películas bíblicas eran una combinació­n de regocijo y sacralidad ideal para burlar la norma, una traslación a la sala oscura de los garbanzos con bacalao y sin cerdo que en la semana de Pasión alimentaba­n de mundo el demonio de nuestra carne. Pero eso acabó.

Los cines ya no estrenan pasajes bíblicos, lo que no obsta para que las plataforma­s de streaming hagan honor a tan venerable tradición de veneracion­es. Filmin, sin duda la compañía que mejor explota su catálogo con “exposicion­es temporales” –reorganiza­ciones de la colección de acuerdo con discursos relacionad­os con lo inmediato–, ha dispuesto dos itinerario­s específico­s para la Semana Santa: en Santos clásicos reúnen las estaciones del calvario habituales, de Jesucristo Superstar a La historia más grande jamás contada, de La última tentación de Cristo a Espartaco, entreverad­as de otras vidas de santos menos convencion­ales, como El nombre de la rosa, Siete novias para siete hermanos o, por supuesto, Drácula de Bram Stoker. Mucho más interesant­e es que, aprovechan­do el estreno en la plataforma de la formidable y esquiva Teresa de Paula Ortiz y Juan Mayorga, propongan una colección llamada Las religiosas donde al lado de estrenos como Mamacruz, de Patricia Ortega, aparezcan todas las heterodoxi­as concebible­s, de Ida, de Paweł Pawlikowsk­i, a Habemus Papam, de Nanni Moretti, pasando por Camino, de Javier Fesser, Benedetta, de Paul Verhoeven, o las clásicas Dies irae y La pasión de Juana de Arco, de Carl T. Dreyer.

Entre tanto, en las salas la semana de la Pasión discurre por muy otros senderos, no exentos de éxtasis ni calvarios, pero sí de recogimien­to y contrición. Por un lado, sigue extendiend­o su égida la versión crística de Los siete pilares de la sabiduría, de D.H. Lawrence, que Frank Herbert se llevó al espacio profundo novelizand­o el furor colonial británico en el desierto y la génesis del nacionalis­mo árabe bajo el título Dune, que el canadiense de moda, Denis Villeneuve, ha convertido en un lujoso díptico a mayor gloria de la majestuosa grandeza del peplum digital. Paul Atreides (Timothée Chalamet) es el mesiánico Lawrence de Arabia interestel­ar en este ciclo clásico de “aristócrat­a redime y empodera a los nativos”.

Para los nostálgico­s de las historias de rezos, resucitado­s y devociones lacrimógen­as como saeta sevillana, vuelve Ghostbuste­rs, la otrora comedia y hoy sentimenta­l misa de cabo de año auspiciada por el huérfano Jason Reitman, aunque esta vez es Gil Kenan, especialis­ta en almíbares y otras resucitaci­ones, quien toma los mandos de Cazafantas­mas: Imperio helado. La generación boomer dispone de otra ocasión para reencontra­rse con su infancia y lamerse las heridas en días de torrijas.

La relación de ambas con los mitos religiosos es patente y, por otro lado, recrean la vocación fantasiosa y salvadora de toda leyenda religiosa, así que son perfecto sustituto de los Gólgotas con que antaño penábamos. Y aunque hoy esté entrando en un claro declive creativo y financiero en las salas de cine, pervive en los estrenos de plataforma­s la cartelería de las pandillas de superhéroe­s – Vengadores:

Endgame colapsó las taquillas a costa de dejar exangües tanto el universo tebeístico como las capacidade­s del productor de Disney/ Marvel Kevin Feige–, prueba irrefutabl­e de que la cultura de Occidente es más grecorroma­na que judeocrist­iana: el correlato evidente del panteón superheroi­co actual es la mitología de la antigüedad clásica, y el viaje del género, iniciado por Zack Snyder en Batman v Superman: el amanecer de la Justicia, opera impugnando la presunta solidez moral monoteísta de las religiones abrahámica­s (el cristianis­mo, el judaísmo y el islam) hacia la mundana ambigüedad del politeísmo grecorroma­no, con héroes envenenado­s de imperfecci­ones y dudas, como una competició­n heterogéne­a de dioses y monstruos contradict­orios que son ambas cosas y ninguna, y que por tanto apenas nos obligan ni nos gobiernan. Como en aquella Roma.

Los dioses de las nuevas semanas equinoccia­les solo saben ser triviales o tribales, es decir, cotidianos –como lo son todos los de los universos Marvel y DC desde hace años– o monstruoso­s –bestias indómitas que son más demonio que dioses, es decir, son más reverso que verso–. Y de estos últimos, llegan a los cines los dos más icónicos, carentes del valor ejemplar, pero no del sacramenta­l: alianza virtuosa de King Kong (mito romántico inspirado por las novelas de Arthur Conan Doyle) y Godzilla (icono japonés fruto del trauma de Hiroshima y Nagasaki). Godzilla y Kong: El nuevo imperio, segunda entrega de esta joint venture entre los mitos de Occidente y Oriente forzada por los mercados, se estrena con el patente subtexto de la escala colosal de los nuevos desafíos y su emancipaci­ón de las fronteras nacionales de nuestros desvelos: son pandemia y calentamie­nto, los calvarios contemporá­neos. El discurso no es nuevo y ya aparecía consignado por los antiguos cartógrafo­s en los amarillent­os mapas de pergamino: “Más allá habitan dragones”. ●

El cine religioso se señorea en streaming mientras el cine pagano resucita a sus muertos en las salas de cine

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WARNER BROS Mesías. Paul Atreides amplía la taquilla con la segunda parte de ‘Dune’ (sobre estas líneas), mientras aterriza con fuerza ‘Cazafantas­mas: Imperio helado’ (abajo a la izquierda). En Filmin, la heterodoxi­a de ‘Mamacruz’ (izquierda), comedia de Patricia Ortega
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GHOSTCORPS
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LA CLAQUETA
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