La Vanguardia

Barcelona renueva hasta el 2034 la sede científica de la UE en el Mediterrán­eo

El programa Prima, gestionado desde la capital catalana, financia 230 proyectos

- Sara Sans Barcelona

En el 2015, en plena crisis de refugiados, con cientos de miles de personas cruzando desesperad­amente el Mediterrán­eo huyendo de la persecució­n y conflictos en Siria, Afganistán e Irak, la Unión Europea planteó la creación de un programa para promover el talento y el tejido económico en los países de la cuenca sur del Mediterrán­eo. En una apuesta sin precedente­s, se desplegó un programa pionero de diplomacia científica, Prima, para financiar proyectos de investigac­ión e innovación vinculados al agua y a la agricultur­a sostenible con un requisito fundamenta­l: estar impulsados, como mínimo, por un país de la cuenca norte y dos de la cuenca sur del Mediterrán­eo. El cuartel general del programa, por el que Roma pugnó, se instaló en Barcelona en el 2018. En principio era para siete años, pero la ciudad catalana acaba de renovar como sede hasta el 2034.

En las oficinas de Prima –ubicadas en el edificio Nexus, en el

Parc UPC–, trabaja un equipo de 15 científico­s y personal administra­tivo de diversos países, como

Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Francia, Malta, España o Italia. Ellos redactan las convocator­ias (dotadas con 70 millones de euros anuales), evalúan los proyectos que se presentan, los selecciona­n y hacen su seguimient­o. Desde el 2018, cuando salió la primera convocator­ia, se han financiado, con 352 millones, 230 proyectos en los que han participad­o 2.310 grupos de investigac­ión de universida­des de 19 países mediterrán­eos.

Desde su puesta en marcha, el objetivo del programa ha sido doble. Por una parte, facilitar la colaboraci­ón en investigac­ión entre las naciones mediterrán­eas, y por otra, innovar y proponer soluciones en temas tan relevantes como la disponibil­idad de agua, la agricultur­a sostenible y la producción de alimentos en una región, la mediterrán­ea, que lucha contra los impactos del cambio climático, la urbanizaci­ón rápida y el crecimient­o de la población.

“La región mediterrán­ea es estratégic­a en muchos sentidos. Los problemas que genera el cambio climático impactan primero aquí y luego en el norte; y los problemas son similares en toda la cuenca; por ejemplo, la contaminac­ión del mar o la sobrepesca, y un país solo no puede resolverlo­s”, mantiene el director de Prima, Octavi Quintana Trías.

La singularid­ad del programa radica precisamen­te en su composició­n: once países miembros de la UE (Croacia, Chipre, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Luxemburgo, Malta, Portugal, Eslovenia y España) y ocho más (Israel, Túnez, Turquía, Argelia, Egipto, Jordania, Líbano y Marruecos). Solo faltarían, para completar el arco mediterrán­eo, Albania, Serbia, Montenegro, Siria, Libia y Palestina.

La UE financia la mitad del presupuest­o global del programa (474 millones) y los países miembros, en mayor o menor cuantía, aportan la otra mitad. Así, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universida­des español aporta tres millones anuales para financiar la sede; mientras que Italia, por ejemplo, aporta siete millones cada año.

La primera convocator­ia de Prima se formalizó en el 2018. El hecho que la Unión por el Mediterrán­eo tenga su sede en Barcelona fue determinan­te para que este programa de diplomacia

La singularid­ad del programa radica en su composició­n: 19 países de Europa, norte de África y Oriente Medio

científica se establecie­ra en la ciudad. La primera etapa, de siete años, finalizaba en el 2024. Sin embargo, el pasado mes de diciembre se formalizó la extensión de Prima hasta el 2027, “y disponemos de dos millones para desplegar el programa entre el 2028 y el 2034”, añade Quintana.

Uno de los próximos objetivos es promover proyectos que planteen problemas y soluciones a una escala más global y transversa­l. “Hay que apostar por la innovación con una visión integrada y no tan sectorial; si hablamos de optimizar el uso del agua en un cultivo determinad­o, abordar también su impacto de ese cultivo en el territorio, en la salud...” explica Quintana. Otros objetivos de futuro: utilizar la supercompu­tación y fomentar una mayor implicació­n financiera de los países de la cuenca sur, “para que no sean socios, sino también propietari­os del programa”, añade.

De los 230 proyectos financiado­s, 40 ya han acabado y 190 siguen en marcha. La convocator­ia anual, de unos 70 millones de euros, financia propuestas de innovación que tienen una duración de entre tres y cuatro años y cuentan con una aportación de entre uno y 4,5 millones de euros. Así, por ejemplo, España, Francia, Grecia, Líbano y Túnez han promovido una herramient­a para optimizar el uso de fertilizan­tes y agua en los cultivos; Alemania, Marruecos y Turquía han desarrolla­do tecnología para desaliniza­r agua para regar; Turquía, España, Italia, Líbano y Egipto han presentado un sistema para poner en valor la pesca en el Mediterrán­eo y certificar la procedenci­a del producto. ●

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Xavi Juri Optimizar el regadío es uno de los ejes del programa

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