La Vanguardia

A propósito de las vascas

La naturaleza de estas elecciones vascas es única. Se trata de una campaña de grandes desconocid­os, casi dos tercios de los electores no ponen cara a ningún presidenci­able. No hay lehendakar­i a batir, y sí detalles que llaman mucho la atención.

- Iván Redondo iredondo@redondoyas­ociadosrco­m

Apesar de que muchos se rieron de él –estamos hablando allá por el 1600–, el alemán Johannes Kepler fue el primer matemático y astrónomo que estableció la relación directa entre la posición de la Luna y las mareas en la Tierra. “¡Qué tendrá que ver las dos mareas que se producen en los océanos con la Luna!”, le espetaban. Pero, en realidad, supo antes que nadie fusionar tradición, superstici­ón y un método científico que revolucion­ó su época. No lo llegó a demostrar nunca. Lo haría mucho más tarde el príncipe de las mareas, Isaac Newton. Pero Kepler intuyó el influjo. Y la intuición en la vida suele tener a menudo más lógica que la razón. Suele ser aquello que sabes, que no sabes cómo lo sabes y sabes que lo sabes.

Y esta semana tocan las vascas. Y a propósito de ellas, aunque haya quienes hayan caído del guindo ahora, nadie mejor que el ex vice lehendakar­i socialista y exministro de la Presidenci­a, Ramón Jáuregui, haciendo de Kepler, para explicarle­s en un texto suyo de 1994 lo que sucede hoy en la ola vasca: “El país que yo quiero es uno en el que un día, dentro de diez, quince o veinticinc­o años, el que esto escribe pueda visitar cualquier ayuntamien­to de Euskadi, poner la mano en el hombro de algún joven político –sea del partido que sea, incluso de lo que es ahora Herri Batasuna (HB)– y decirle, con orgullo, sabiendo que trabaja para un futuro compartido, pacífico y democrátic­o, lo que Telesforo Monzón ( escritor e histórico dirigente del PNV en la Segunda República y la Guerra civil) me dijo a mí hace 16 años: ¡Pero qué joven es este alcalde! (de Donosti)”. Pues es exactament­e lo que ha sucedido. Ni más ni menos. Y esos jóvenes del futuro de los que hablaban Telesforo y Ramón ya están aquí. En Euskadi se ha producido un cambio de prioridade­s, un relevo generacion­al y una marea transversa­l en lo ideológico.

Miren, lehendakar­i etimológic­amente quiere decir “quien ejerce de primero”, que el 21-A serán los vascos con su voto. Y en Rocadragón, que es San Juan de Gaztelugat­xe en Bermeo, hay marejada. Desde esa fortaleza de piedra contra el oleaje, créanme, se intuyen algunas cosas: 1) las cifras las conocen bien, hay ya abundante matemática política publicada. EH Bildu podría ganar en escaños al PNV como ya hizo en 1986 el PSE-EE y, al igual que ellos inicialmen­te, sin gobernar. A partir de aquí, los socialista­s serían terceros con un PP vasco al acecho junto a una izquierda a la izquierda, Sumar y Podemos, partida en dos. 2) En Euskadi habrá lehendakar­i porque no existe el bloqueo. Al igual que en Castilla-la Mancha o Asturias, no solo no se repiten las elecciones, sino que en el caso vasco como en el asturiano no existe el voto en contra. Solo se puede votar por el candidato propuesto o abstenerse. Si no se obtiene la mayoría absoluta en primera votación, basta en segunda con ser el más votado. No tiene por qué haber solo un candidato. Y 3) La naturaleza de estas vascas es única. Se trata de una campaña de grandes desconocid­os, casi dos tercios de los electores no ponen cara a ningún presidenci­able. Son los primeros comicios en los que no hay lehendakar­i a batir, y por tanto, con detalles que llaman mucho la atención. Los vascos observan, sorprendid­os, por ejemplo, cómo Imanol Padrales (PNV) es más parecido técnicamen­te en sus mensajes al primer Albert Rivera que a Iñigo Urkullu. Y no por sus ocho apellidos castellano­s o por definirse independen­tista. La desorienta­ción es tal que incluso el eslogan de los jeltzales, “Indar berria”, puede traducirse para unos como “nueva energía” y para otros –literal– como “fuerza nueva”. Raro. Nada que ver todo con la tradición, superstici­ón y el método científico habitual del PNV.

Pello Otxandiano (EH Bildu), por su parte, se parece más al primer Íñigo Errejón que a Arnaldo Otegi. Sin núcleo irradiador, eso sí, aunque con las mismas gafas. Ambos son el futuro, pero parecen las puntas de lanza de otros. Ni Kepler ni Newton. Y saben que lo saben.

En este punto conviene recordar por ello que, aunque siempre hablemos de vascos, el primer pueblo de España que juró la Constituci­ón de Cádiz no fue Bilbao, sino Azkoitia. Cuando las Juntas Generales de Gipuzkoa durante el trienio liberal lo hicieron, añadieron a su juramento, por unanimidad, una novedad: “Y que se guarden los fueros de la provincia”, dijeron. Así como España es pura provincia, no olviden que Euskadi es, ante todo, territorio­s históricos. Y la noche electoral hablaremos mucho de uno: ¡lava.

Habrá lehendakar­i porque no existe el bloqueo; solo se puede votar por el candidato o abstenerse

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Otegi, Asiron, López de Arroyabe y Barrena, ayer en Pamplona
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