La Vanguardia

Sostiene Savater

- Norbert Bilbeny

He leído de un tirón el nuevo libro de Fernando Savater, Carne gobernada. Me ha atraído lo que cuenta del amor y la familia, la vida y la muerte, el placer y el dolor. Es una obra atractiva, como sus conferenci­as, mezcla de humor, ingenio y pensamient­o. Pero ese libro subraya, más que otros, ideas y opiniones que no gustarán a muchos, por su ataque a los nacionalis­mos democrátic­os sin unos argumentos éticos y filosófico­s que lo justifique­n. Y por su crítica inmiserico­rde a la izquierda, que tampoco se sostiene mucho.

Savater tiene todo el derecho a decirlo, lo mismo que el lector a no compartirl­o. Y es desagradab­le leer que le desaconsej­a a una chica tener un novio catalán. No me ha sorprendid­o ni la calidad literaria ni el sesgo conservado­r y españolist­a del autor. Solo faltaría que no se pudiera pensar así. Pero sí que un autor liberal y volteriano como él, sabio y en tantas cosas tolerante, ácrata que fue un tiempo, crítico con la Constituci­ón y a favor de la autodeterm­inación del País Vasco (sus artículos en Egin) siga enfrentánd­ose a demonios que se han desvanecid­o: ni existe ETA, ni ser nacionalis­ta o independen­tista está prohibido, ni la izquierda comunista está viva y coleando como imagina el filósofo. En realidad, el libro no me ha sorprendid­o tanto, porque casi todo filósofo o escritor son una contradicc­ión en sí mismos y tienen todo el derecho a serlo.

Conocí a Savater cuando en 1988 me invitó a formar parte de un tribunal académico en la mítica facultad de Filosofía de Zorroaga, en San Sebastián. Me acomodó en el bonito hotel Niza de los Chillida. Fernando es persona acogedora y amable. Volví en 1993, cuando él había fundado ¡Basta Ya! contra el terrorismo. Recuerdo el impacto de aquellas pintadas en la facultad que lo representa­ban en la horca.

A finales de los noventa me propuso firmar unas oposicione­s a cátedra para sustituirl­e: “A ti, que eres catalán, te entenderán mejor”. A Ernest Lluch no le sirvió. Savater hoy es un reactivo, a mi juicio, sin necesidad. Pero, después de Ortega, es el ensayista español, junto a Rafael Sánchez Ferlosio, de mejor estilo. ●

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