La Vanguardia

Los ojeadores ciegos del Barça

- Francesc Peirón

La iglesia de St.paul & St. Andrew hace un trabajo espectacul­ar en el Upper West Side de Manhattan. En un barrio burgués, de alquileres altos, a diario dan de comer a decenas de personas, que guardan cola cada mañana.

Es uno de esos bancos de alimentos que se prodigan en esta ciudad y que recuerdan que en esta Nueva York refugio de milmillona­rios también hay muchos pobres y sin techo.

Para los llegados de aquella cultura de la Semana Santa en la que el dictador salía bajo palio, esta parroquia tiene un efecto nostálgico. Ya es una tradición observar desde la ventana la procesión del domingo de Ramos.

Este año tuvo algo de singular, al menos desde el punto de vista de este espectador, criado en aquella iglesia del nacionalca­tolicismo de colleja y castigo divino. Abría la marcha un burro, de verdad, aunque sin que lo montara un imitador de Jesucristo en la entrada triunfal en Jerusalén.

Más sorprenden­te todavía fue observar como una banda de jazz acompañaba a los feligreses, tocando un swing alegre, de baile, nada comparable con aquella memoria oscura de infancia.

Esa época estuvo marcada por un predominio absoluto del Real Madrid y, en una reconversi­ón a la actualidad, esta ha sido una semana de gloria para el futuro de los merengues y la apuesta por una larga travesía del desierto para los culés. El asunto está claro. Los madridista­s disponen en su delantera de dos jóvenes talentos brasileños tan brillantes como Vinícius (magnífico a pesar de su teatro del absurdo) y Rodrygo.

Pero los dos partidos que la selección canarinha jugó estos días han propiciado que los expertos en EE.UU. hayan puesto la mirada en Endrick, otra perla, de solo 17 años. ¿Quién lo tiene fichado? Pues el Madrid. Los analistas ya hacían cálculos de lo que se avecina, con todo ese potencial, más la incorporac­ión de Mbappé. La ESPN incluso aseguró que Håland muere por vestir de blanco.

El Baráa siente orgullo por el legado de la Masia. Menos mal. Debería sentir vergüenza, sin embargo, por la capacidad de sus ojeadores en los caladeros brasileños. O son tuertos, o ciegos, o algo mucho peor. En cualquier empresa privada estarían en el paro, haciendo cola en St. Paul & St. Andrew, y no preparando equipos de futuro.

Vinícius, Rodrygo, Endrick,... Los sabios del Baráa eligieron a Vítor Roque, un tigrinho que oposita para figurar en la lista de Roberto Dinamita o Rochemback, fichajes de aquella directiva que decían era corrupta. Oraciones en blaugrana: ¡Qué Dios nos coja confesados!

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