Kaliningrado, ese enclave del que usted me habla
La guerra de Ucrania pasa por el mar Báltico. Septiembre del 2022: voladura submarina de los gasoductos Nord Stream. Abril del 2024: destrucción de un navío militar ruso en el puerto de Kaliningrado, la antigua Königsberg prusiana, ciudad natal del filósofo Immanuel Kant. Es la guerra de los dos mares: Báltico y Negro. Kaliningrado y Odesa definen un arco geográfico vital para la mayoría de los países europeos. La barrera pirenaica impide verlo con claridad desde España.
El Congreso de los Diputados debatió ayer sobre los tres principales escenarios de guerra en el mundo –Ucrania, Oriente Medio y el Sahel–, con la barrera pirenaica en su sitio y con los sentimientos muy encendidos. Más abajo de los Pirineos, los sentimientos, herramienta fundamental en la lucha política, se proyectan mucho mejor sobre la torturada franja de Gaza.
La matanza de Gaza provoca un rechazo mayoritario en España y convoca una amplia coalición de sentimientos humanitarios. La guerra de Ucrania, por el contrario, provoca una gran incomodidad e invita a hablar del aumento del gasto militar. El Estado Mayor de la UE, uno de los embriones del futuro ejército europeo, acaba de advertir que la “movilidad militar” debe ser una de las prioridades de la política de transportes. Barcelona es hoy el único puerto de la península Ibérica desde el que se podrían enviar por tren convoyes militares directos al frente del Este. Barcelona es hoy un puerto de alto interés para la OTAN. He ahí un dato para las próximas elecciones catalanas.
La política internacional es el único carril que Pedro Sánchez tiene hoy disponible para intentar salir del cráter provocado por el caso Koldo, los desgastes de la ley de Amnistía y la creciente desazón social ante la saturación de la violencia verbal en el debate público, táctica obsesiva del Partido Popular, secundada ahora por el PSOE, para no parecer débil. Seguramente un error de los socialistas.
Sánchez se ha puesto al frente de los países europeos más críticos con el Gobierno de Israel, con la tácita anuencia de Estados Unidos, que no ha querido criticar la significativa ausencia española en los despliegues navales en el mar Rojo. España abandera el reconocimiento del Estado palestino, iniciativa que seguramente se hará pública antes de las elecciones europeas de junio, en las que Josep Borrell podría volver a encabezar la lista del PSOE. Ese reconocimiento cuenta con mucho apoyo social, y el Partido Popular lo sabe. Alberto Núñez Feijóo sabe que en este punto no puede ponerse al lado de José María Aznar, más entusiasta del Likud que del pueblo judío. Feijóo se ubicó ayer con mucha cautela en el campo palestino, sin una sola crítica a Israel.
Sánchez sabe que el rearme puede hundirle la legislatura y evita el lenguaje militarista de otros líderes de la UE. Sabe también cuál es el mandato de Bruselas, y ayer afirmó, sin medias tintas, que se deberá gastar más en defensa. Ese será el capítulo clave de los presupuestos del 2025, que empezarán a discutirse el próximo otoño con los resultados de la actual gincana electoral sobre la mesa. Ese será el momento decisivo. Feijóo calla, mira, martillea y observa con atención a Junts.
(Brillante estreno de Íñigo Errejón como portavoz parlamentario de Sumar. Pablo Iglesias y Errejón fueron las dos mejores cabezas del primer Podemos. Ben-hur y Messala, una pelea que hará época. Aún no ha concluido). ●
Sánchez admite que deberá gastar más en defensa, Feijóo defiende Palestina con extrema cautela