La Vanguardia

El nieto del capitán Lozano

- EL MIRADOR Justo Barranco Madrid

Ha sido conocido como el hombre tranquilo, el hombre del talante, y, también, como Bambi y Sosomán. Pero como José Luis Rodríguez Zapatero recuerda en su nuevo libro, nacido de las conversaci­ones con Màrius Carol, antes de ser famoso fue, durante mucho tiempo, el nieto del capitán Lozano. Ese capitán republican­o que la noche antes de su fusilamien­to el 18 de agosto de 1936 en Puente Castro escribió una breve carta: “Muero inocente y perdono, pido a mi familia que también perdone. Nunca fui un traidor a la patria y mi único credo fue el amor al bien republican­o, un ansia infinita de paz y el mejoramien­to de lo humilde”. Pocas veces se habrá podido afirmar de nadie con más certidumbr­e que somos nuestra biografía.

La carta y el recuerdo del abuelo fusilado abren Crónica de la España que dialoga (Navona), un libro que ayer se presentó en el Ateneo de Madrid con póquer de ministros (María Jesús Montero, Félix Bolaños, Pilar Alegría, Ana Redondo), pero también con Miguel Sebastián, Cándido Méndez, Magdalena Valerio, Pepiño Blanco, y hasta el presidente de la RAE, Santiago Muñoz Machado. Y Jaume Roures, propietari­o de Navona y quien tuvo la idea del libro. Un volumen de conversaci­ones cuyo título, ironizó Carol, es hoy “un oxímoron, porque el diálogo no está de moda en España. Hoy la política de este país está más en la embestida”. Un diálogo que dijo, para Zapatero no era tanto el medio como un fin en sí mismo.

Ana Pastor ejerció de maestra de ceremonias junto a Zapatero y el exdirector de La Vanguardia, al que felicitó por recoger en el libro “un montón de cosas que no habíamos logrado sacar al presidente en muchos temas”. Como el fin de ETA. Zapatero rememoró una escena de thriller en el dormitorio de la Moncloa, con una llamada de Rubalcaba en la madrugada, con su esposa Sonsoles preguntand­o qué pasaba y el ministro del Interior explicándo­le que Thierry, líder de ETA, decía haber puesto siete u ocho bombas por el país y no iba a revelar dónde estaban si no hablaba por teléfono con Zapatero. “No fue una decisión fácil”, recordó, “pero me fiaba mucho de Alfredo, que recetó calma. Aun así había un espacio de incertidum­bre, y si hubieran comenzado a explotar bombas, habría sido muy duro”.

También evocó cómo en ese momento en el que parecía posible el fin de ETA, el rey Juan Carlos ejerció de mediador entre Rajoy y él por las negociacio­nes. Y les reunió: “No fue ni bien ni mal. Estando Rajoy, tampoco es extraño”, ironizó Zapatero, que contrapuso la actitud de Rajoy en su investidur­a en el 2004 –“no hubo ni una línea de deslegitim­ación hacia mi victoria”– con lo que sufre Sánchez. De hecho, explicó que el día que oyó a Feijóo que “Sánchez trataba mejor a los verdugos que a las víctimas, le pedí a mi secretaria limpiar mi agenda: nos íbamos a dedicar a las elecciones”. Y remarcó que “contra ETA tuvimos una victoria limpia que ha permitido por fin después de dos siglos tener en nuestro país más de diez años sin violencia política”.

Ana Pastor presentó en el Ateneo de Madrid el libro de conversaci­ones entre Zapatero y Carol

Zapatero no quiso dejar sin condenar otra violencia, la de Israel, y el doble rasero que está usando Occidente –“esas muertes de gente inocente en Gaza van a dejar huella en todos, puede ser un antes y un después, como la intervenci­ón ilegal en Irak que convirtió Oriente Medio en un desastre”. En política interior, repitió que “la amnistía es muy buena para el país” y reivindicó una España plural: “Durante mucho tiempo hubo una interpreta­ción estrictame­nte castellana de España que no nos ha venido bien. Y me preocupa que ahora esa interpreta­ción de monopolio de España se haga desde Madrid. Necesitamo­s una interpreta­ción española de España, de su diversidad”. ●

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D niduch Ana Pastor, José Luis Rodríguez Zapatero y Màrius Carol, ayer en el Ateneo de Madrid
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