La Vanguardia

La causa obligada de Alberto II

El príncipe de Mónaco visita Barcelona para reafirmar su defensa del océano

- ENRIC TRIAS Barcelona

La villa de Mónaco, el peñón donde se encuentra el palacio Princier y el Museo Oceanográf­ico de Mónaco, es una atalaya situada en una roca encima de la costa desde donde los Grimaldi han observado durante siglos la importanci­a del mar y, en las últimas décadas, la necesidad de su preservaci­ón. El príncipe Alberto II de Mónaco visitó Barcelona el martes y el ayer para reafirmar ese apoyo a la protección del océano en toda su extensión, pues, para el hijo de Rainiero III y Grace Kelly, la conservaci­ón marina se ha convertido en un asunto de Estado.

Durante su reinado, Alberto II ha continuado el sueño que tenía su padre de expandirse hacia el Mediterrán­eo ganando terreno al mar con extensione­s artificial­es de tierra. El impacto medioambie­ntal que eso supone en el pequeño principado de 208 hectáreas con apenas 4,1 km de línea de costa ha sido siempre tratado con respeto por parte del príncipe. Por ejemplo, en el diseño de Le Portier, la nueva ampliación de 6 hectáreas de la superficie de Mónaco hacia el mar que se inaugurará en el 2025. Ese será el gran proyecto que marcará su reinado y, pese a que la huella en la costa es inevitable, el proyecto ha estado concebido por expreso deseo del príncipe para que sea un ejemplo ecológico que preserve todo lo posible la flora y la fauna mediterrán­eas.

El martes, el príncipe Alberto II protagoniz­ó una escena de redención al inaugurar la exposición Es la hora de actuar, situada en el Port Vell hasta el 15 de abril. Solo bajarse del coche empezó a llover, pero rápido salió el sol y el arco iris dio la oportunida­d de una escena marinera cinematogr­áfica.

Ayer, durante su discurso en la inauguraci­ón de la Conferenci­a del Decenio de los Océanos 2024, promovida por la Unesco y celebrada en el Centre de Convencion­s Internacio­nal de Barcelona, el príncipe destacó la importanci­a de la ciencia “para tomar medidas colectivas, anticipar desafíos y encontrarl­es soluciones responsabl­es”. También anunció la puesta en marcha de la próxima expedición de Monaco Exploratio­ns, una misión científica que tiene como objetivo observar el océano en el marco de una iniciativa estratégic­a para proteger determinad­as zonas marítimas y costeras.

La familia real monegasca, desde su mezcla de reino, negocio familiar y paraíso para millonario­s, ha mostrado a lo largo de los siglos un especial interés por el mar y la ciencia. El tatarabuel­o del actual monarca, Alberto I, dedicó gran parte de su vida al estudio de los océanos. Le gustaban las expedicion­es marítimas y los descubrimi­entos y fue quien creó el Museo Oceanográf­ico de Mónaco, cuyo director fue el explorador Jacques Cousteau durante décadas.

En los años del boom de la construcci­ón en el microestad­o, durante el reinado de Rainiero III, el marido de Grace Kelly fue todo un hombre de negocios que vio en el mar la única oportunida­d de expandir su reino. Fue apodado el príncipe constructo­r en su intento de desarrolla­r la economía de Mónaco al máximo y llegó a aumentar la superficie del principado en más de un 20%. Mientras, también atraía la mirada del mundo por su matrimonio y por la llegada a sus costas de la jet set por la transforma­ción de Mónaco en un paraíso (no solo fiscal).

A Alberto II le ha tocado lo mismo que a toda su generación, progresar con la mirada puesta en la conservaci­ón del medio ambiente, como ha demostrado en sus dos jornadas en Barcelona. “Es mi deber asumir mi parte en el reto lanzado a mi generación: encontrar soluciones para preservar nuestro planeta, nuestro bien más preciado”, dijo tras publicar L’homme et l’océan, su primer libro, en el que detalló los desafíos para conservar los océanos.

Sus hijos, Jaime, el príncipe heredero, y su hermana Gabriela, de nueve años, son jóvenes todavía para implicarse en causas medioambie­ntales. Pero la hija que tuvo Alberto antes de casarse con la princesa Charlene, Jazmin Grace Grimaldi, de 32 años, que no cumple tareas oficiales, sí parece interesada en labores humanitari­as, pues a través de su propia fundación, The Jazmin Fund, logró hace algunos años distintas acciones en las islas Fiyi. ●

La ciencia en el mar ha sido constante para los Grimaldi, y Alberto II cree que es la clave para la preservaci­ón marina

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Europa Press News / Getty Arco iris. Alberto II inauguró una exposición en el Port Vell y ayer acudió a una conferenci­a
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El tatarabuel­o del príncipe, Alberto I, dedicó su vida a estudiar los océanos
Musée océa ographique Mo aco F mili El tatarabuel­o del príncipe, Alberto I, dedicó su vida a estudiar los océanos
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