La Vanguardia

Los europeos del neolítico practicaro­n sacrificio­s por asfixia durante 2.000 años

En Catalunya hay tres casos de un ritual que se inició en el este de Europa

- MARC MASIP Barcelona

Los rituales de sacrificio­s humanos por asfixia formaron parte de la tradición neolítica europea durante, como mínimo, 2.000 años. La práctica fue transcultu­ral, según publica este miércoles un estudio de la revista Science Advances, y recorrió de punta a punta el continente europeo. Los primeros registros datan de hace 7.400 años y fueron hallados en la República Checa; los más recientes, el último de los cuales de 5.500 años de antigüedad, se han hallado en Catalunya y el sur de Francia, al suroeste continenta­l.

“Es la primera vez que se demuestra que un tipo muy específico de sacrificio ha sido compartido por personas que viven separadas miles de kilómetros”, explica en un correo a La Vanguardia Eric Crubézy, el investigad­or del Centro de Antropobio­logía y Genómica de

Toulouse, en Francia, que ha dirigido el estudio. Responder a cómo estas distintas culturas llegaron a formas rituales tan similares es algo que los científico­s no han podido hacer, y que dejan para trabajos venideros. El hallazgo parte de una investigac­ión arqueológi­ca en el yacimiento de Saint-paul-troisChâte­aux, en Francia, a orillas del Ródano y al pie de los Alpes. Allí, en lo que parecía un silo destinado a guardar comida, los investigad­ores desenterra­ron los cuerpos de dos mujeres en posiciones poco convencion­ales: tendidas de espaldas o de lado, con las piernas recogidas y los tobillos por detrás de la cadera.

Esta posición sugiere que murieron por asfixia, víctimas de una práctica llamada estrangula­ción a lazo, en la que se ata una cuerda a tobillos y cuello de la víctima para que muera ahogada cuando relaja las piernas. La técnica se caracteriz­a por su crueldad, explican los investigad­ores, hasta el punto que la mafia la utiliza hoy para castigar a quienes considera traidores. En el silo había los restos de una tercera mujer, situada entre las otras dos, que los investigad­ores creen que fue enterrada viva.

Estas muertes violentas se dieron bajo el cobijo de una estructura arquitectó­nica orientada hacia los solsticios de invierno y verano, que simboliza el ciclo agrícola. La ubicación, junto a la posición anatómica de los restos, llevó a los investigad­ores a pensar que lo que habían hallado no era una tumba corriente, sino un puesto de sacrificio­s humanos donde los habitantes neolíticos del valle veneraban la seguridad alimentari­a y el éxito agrícola.

Para dar algo de contexto a su hallazgo, buscaron si otras investigac­iones de yacimiento­s similares – sociedades agrícolas neolíticas asentadas a orillas de un río– habían encontrado algunos restos de caracterís­ticas parecidas. La revisión de la literatura científica reveló al menos otros 18 casos parecidos (9 hombres, 4 mujeres, un individuo sin género definido y 4 niños), distribuid­os en trece yacimiento­s a lo largo y ancho del continente europeo, desde la República Checa hasta Catalunya.

La cifra podría ser mucho mayor. “La posición de los sujetos es lo único que sugiere este tipo de sacrificio, lo que implica que solo pudimos respaldarn­os en yacimiento­s debidament­e excavados y bien documentad­os”, apunta Crubézy. “Seguro que hay más de 20 casos en Europa, y no hay duda de que los arqueólogo­s encontrará­n nuevos pronto”, concluye.

Además de la postura, los científico­s han analizado, en los casos en los que la evidencia era lo suficiente­mente detallada, el contexto arqueológi­co del yacimiento. Ello ha revelado que doce de los cuerpos fueron hallados en silos que, como en el caso francés, también parecían destinados a almacenar comida. Y en por lo menos diez de las excavacion­es la tumba distaba mu

El descubrimi­ento deja sin responder cómo se produjo este método en sociedades separadas miles de kilómetros

cho de las habituales de la época. Estos detalles suman evidencia a favor de que esos individuos murieron como parte de un ritual.

La diversidad geográfica en la que los investigad­ores han encontrado estos restos y el amplio período de tiempo del que datan, revela los rituales de sacrificio humano por asfixia como un “fenómeno transcultu­ral”, apuntan. Es decir, que los sacrificio­s se dieron en comunidade­s neolíticas de culturas diversas, caracteriz­adas previament­e en base a los restos de cerámica hallados en cada yacimiento.

Entender con más detalle la aparición, proliferac­ión y distribuci­ón de estos rituales, en cierto modo religiosos, requerirá de estudios interdisci­plinares, aseveran los autores, que incluyan a antropólog­os, expertos en el Neolítico y forenses. Hacerlo es clave para comprender mejor las sociedades del pasado, y su relación con el poder, la agricultur­a y la religión. ●

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Ludes et al. / Science Advances Restos de tres mujeres halladas en un yacimiento de Francia
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