La Vanguardia

Europa 2024

- Lorenzo Bernaldo de Quirós

El próximo junio se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo y, probableme­nte, serán las primeras desde 1979 sin una mayoría absoluta en la Cámara de socialista­s y populares. Ello sugiere un significat­ivo incremento del apoyo recabado por las formacione­s de la llamada derecha alternativ­a y su conversión en la tercera fuerza parlamenta­ria a escala continenta­l. Esta recomposic­ión del mapa político europeo se produce en un contexto cuajado de incertidum­bres y desafíos geoestraté­gicos a escala internacio­nal y de un sentimient­o creciente sobre la necesidad de revisar la presente dirección del proyecto europeo.

La invasión rusa de Ucrania ha logrado generar una unidad virtual y temporal entre los gobiernos europeos. Sin embargo, este panorama tiene serias probabilid­ades de cambiar tras los comicios de junio, lo que se reforzará si Trump gana las presidenci­ales norteameri­canas el próximo noviembre. A la vista del comportami­ento de los republican­os en el Congreso, todo indica a la decisión trumpiana de retirar la asistencia estadounid­ense al esfuerzo de guerra ucraniano y no parece factible que la UE sea capaz de mantener en solitario su apoyo a Zelenski si el conflicto se prolonga. Por añadidura, buena parte de los grupos de la derecha alternativ­a son abiertamen­te prorrusos.

De igual modo existen serias dudas sobre cuál será el futuro de la OTAN en caso de una victoria de Trump. La exigencia de que los países miembros eleven su gasto en defensa, al menos, hasta el 2% del PIB –solo 11 superan ese umbral–, es razonable. Ahora bien, condiciona­r el respaldo norteameri­cano a esa organizaci­ón si no se satisface esa demanda debilita la credibilid­ad disuasoria de la OTAN y, más aún, si Putin, ante una paz impuesta a Ucrania, consolida sus ganancias territoria­les en ese país, lo que le incentivar­ía a emprender otras aventuras imperiales. Además, para Trump, Europa no es una prioridad estratégic­a.

Por otra parte, la continuida­d del programa de transición energética hacia la descarboni­zación ha sido impugnada por la realidad. Tanto el tiempo como los medios para conseguir ese objetivo son dañinos para la competitiv­idad de las empresas europeas, en especial de las industrial­es y, en consecuenc­ia, para el empleo y el nivel de vida de los ciudadanos. Europa corre el serio riesgo de ser no solo incapaz de obtener un suministro de energía seguro y barato, sino también de sustituir la peligrosa dependenci­a de Rusia por la de China, que, en la actualidad, domina el mercado de los minerales raros, imprescind­ibles para fabricar y hacer operativas la mayoría de las tecnología­s que soportan las energías renovables.

Por ello, los próximos cuatro años van a ser decisivos para el futuro de Europa en el terreno de la seguridad, de la defensa y de la economía. Y el Viejo Continente corre el peligro de convertirs­e en un teatro de inestabili­dad y en un enorme parque temático ante su pérdida de dinamismo económico. Para decirlo en otros términos, un territorio decadente, incapaz de desempeñar un papel relevante en la escena global y sujeto a los movimiento­s desestabil­izadores desplegado­s por parte de potencias cuyos valores e intereses son antitético­s de los europeos, ayudados además de manera consciente o inconscien­te por una quinta columna.

En este contexto, el auge de la derecha alternativ­a no ha de sorprender a nadie. Las sucesivas crisis económicas desde el 2008, la explotació­n del temor a los flujos migratorio­s por parte de amplios sectores de la sociedad europea, el miedo y la insegurida­d ante el mañana explican en buena parte el crecimient­o de ese movimiento, pero, también, la acelerada expansión del poder de la Comisión Europea y, en concreto, de la eurocracia con la consiguien­te reducción del de los estados. La progresiva integració­n de Europa a través del mercado único ha dado paso a un dirigismo invasor, que causa cada vez más rechazo en amplias capas de la población.

Esta reacción tiene una singular relevancia en los antiguos estados del Telón de Acero. Tras haberse liberado de la bota soviética recuperaro­n su independen­cia y, más de treinta años después, la consideran cada vez más mermada por Bruselas. Ello no supone, aunque en algunos casos sí, desconocer las ventajas de formar parte de la UE, sino la sensación de que los órganos de gobierno de esta abusan de su poder. Este es el resultado de haber pasado de un proyecto de unión a través de las fuerzas del mercado, respetuoso del pluralismo, a una estrategia de uniformiza­ción por ucase.

Este panorama se ha visto fortalecid­o por un hecho: la muerte éxito de la socialdemo­cracia y la pérdidaaba­ndono del liberalism­o por la derecha tradiciona­l. Esta ha terminado por asumir, tras el periodo 19802000, el consenso socialdemó­crata, cuya capacidad de responder a los problemas de esta hora es inexistent­e, al tiempo que ha aceptado en gran medida el ideario de la corrección política, importado por la izquierda europea ante su vaciamient­o ideológico. Esta situación ha abierto un hueco para la emergencia de opciones cuyo ideario es hostil a la democracia liberal y, en definitiva, a los fundamento­s de una sociedad abierta.

El problema de fondo de Europa en estos momentos es el del agotamient­o por los profundos cambios acaecidos y por sus excesos del proyecto desarrolla­do durante estas últimas dos décadas. El Viejo Continente, al igual que el bajo imperio romano, es viejo y rico, ha perdido su vitalidad y carece de proyecto. Y todo esto le hace muy vulnerable ante los bárbaros de dentro y de fuera de sus fronteras. ●

Europa corre el peligro de convertirs­e en un teatro de inestabili­dad y en un enorme parque temático

 ?? Joma ??
Joma
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain