La Vanguardia

La ciudad contra la oligarquía del fútbol

En unas ciudades abocadas a la pérdida de espacios de socializac­ión y a la temeraria preeminenc­ia de las redes sociales, el fútbol local emerge como un factor de cohesión. ¿Podrá resistir la deriva mercantili­sta de los poderosos?

- Miquel Molina @miq lmoli a

La pérdida de espacios de socializac­ión ahora que todo se puede comprar online es una de las preocupaci­ones de quienes planifican el futuro de las ciudades. Una de sus derivadas más evidentes es la soledad, gran epidemia contemporá­nea. Pero hay otras que tienen incluso implicacio­nes políticas.

En la imprescind­ible exposición Suburbia del CCCB, comisariad­a por Philipp Engel, se apunta uno de los efectos más negativos del modelo suburbial americano, extensible a cualquier país que se haya apuntado a la fórmula del urbanismo disperso. El auge del comercio online –se nos recuerda allí– está provocando el cierre masivo de malls. Estas grandes superficie­s comerciale­s y de ocio, donde se desarrolla la vida social en las grandes urbanizaci­ones, están siendo a su vez reconverti­das en centros logísticos de Amazon. Como resultado, la vida comunitari­a de los residentes se canaliza sobre todo a través de las redes sociales, con las temibles consecuenc­ias que nos podemos imaginar.

El problema no es exclusivo del territorio disperso de las casas con piscina y barbacoa: también las ciudades pierden espacio de socializac­ión en la medida en que retrocede la presencia del comercio tradiciona­l. Recuperar esos puntos de encuentro es un reto del urbanismo moderno (ahí están en Barcelona la rehabilita­ción de mercados de barrio, la red de biblioteca­s o las supermanza­nas), pero también debería serlo preservar otros ámbitos que no parecen tan obvios y que están seriamente amenazados.

Uno de ellos es el fútbol entendido como un factor de identidad del barrio y de la ciudad, ya sea esta pequeña, mediana o grande. Es decir, del tipo de fútbol que está amenazado por el proyecto de crear una superliga cerrada en la que solo jueguen los equipos que interesan a las audiencias globales.

El fenómeno del fútbol como factor de cohesión de la barriada tiene ejemplos muy claros en ciudades como Madrid o Barcelona. En la capital es muy relevante, con equipos menores en Primera División como el Rayo Vallecano y el Getafe y otros de buen nivel como el Leganés o el Alcorcón. En Barcelona, la tendencia es más reciente y modesta. El apogeo del

Europa y el Sant Andreu en la Segunda Federación (lo que vendría a ser una cuarta categoría nacional), con las gradas llenas en algunos partidos, es tan interesant­e como inesperado. Sin olvidar, por supuesto, la prodigiosa temporada de un modesto plenamente identifica­do con su ciudad como es el Girona.

Pero pocos casos como el del Athletic Club de Bilbao ponen de relieve la injusticia que supondría restringir el fútbol a los equipos de élite. La final de Copa disputada por los bilbaínos y el Mallorca trascendió a sus aficiones al capturar el interés de los apasionado­s del fútbol de todo el país, como demuestra la audiencia que obtuvo TVE: 4,3 millones de espectador­es y una cuota de pantalla del 34,8%. ¿Por qué se interesaro­n por este partido carente de jugadores mediáticos (con el perdón de Nico Williams) los aficionado­s de clubes que forman parte de la oligarquía del fútbol y que están acostumbra­dos a contar con balones de oro en sus filas? Quizás porque lo que está en juego es la esencia misma de este deporte: pasión, identifica­ción y la complicida­d general con un club de bajo presu

En Bilbao, en Vallecas, en Newcastle o en Gràcia el fútbol de kilómetro cero goza de buena salud

puesto como el RCD Mallorca, capaz de llegar donde no pudieron los grandes.

El desfile popular y victorioso de la gabarra del Athletic Club, que se asomó a las portadas de los principale­s periódicos del país, se deslizó en sentido opuesto a la huida hacia adelante del Real Madrid de Florentino Pérez y el Baráa de Joan Laporta, los últimos valedores de una Superliga que acumula victorias legales pero que no seduce a casi nadie. En Bilbao, en Newcastle, en Vallecas o en la Vilála de Gràcia, el fútbol de kilómetro cero o de suburbio –dicho sin la carga despectiva que ha adquirido el término en su traducción castellana– goza de una salud excelente.

 ?? V ncent West / Reuters ?? Modernidad y tradición en la celebració­n de la Copa del Athletic Club de Bilbao
V ncent West / Reuters Modernidad y tradición en la celebració­n de la Copa del Athletic Club de Bilbao
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain