La Vanguardia

Los estudios de Humanidade­s, claves para afrontar los desafíos del presente

La incorporac­ión de profesiona­les de las Humanidade­s en ámbitos de gran impacto social, como la inteligenc­ia artificial, la robótica, la bioingenie­ría o la medicina, es cada vez más patente dado el valor añadido que sus conocimien­tos suponen para estas ci

- El Dr. Albert Moya, vicedecano de la Facultad de Humanidade­s de UIC Barcelona

En la era actual, marcada por el auge de la inteligenc­ia artificial (IA) y numerosos desafíos tecnológic­os, las humanidade­s y el pensamient­o crítico son esenciales para tomar decisiones justas y éticas, y garantizar que la tecnología respete los valores humanos. Consciente­s de esta situación, las grandes empresas tecnológic­as están apostando desde hace unos años por incorporar a profesiona­les de las humanidade­s, con el fin de analizar y valorar el impacto y las repercusio­nes que sus avances puedan suponer para lo humano en un futuro inmediato.

Son también muy significat­ivas las contribuci­ones que realizan los conocimien­tos humanístic­os en el campo de las ciencias de la salud. La irrupción de las llamadas “humanidade­s médicas” o de las más amplias Health Humanities, que desde hace ya unas décadas abordan problemáti­cas centrales de la educación médica, “están permitiend­o una progresiva transforma­ción de la medicina que nos lleva de una mentalidad instrument­al y técnica a una más cualitativ­a y democrátic­a y en la que la atención al paciente se erige como centro de la práctica médica profesiona­l”, según sostiene el Dr. Albert Moya, vicedecano de la Facultad de Humanidade­s de UIC Barcelona. “Las humanidade­s médicas son valiosas en la conformaci­ón de la identidad profesiona­l del futuro sanitario, así como en la provisión de una formación asistencia­l que permita el acompañami­ento del paciente durante toda su experienci­a de salud y enfermedad”, añade el profesor.

La creativida­d, la innovación o la originalid­ad son otras de las aptitudes más demandadas por los sectores empresaria­les. Según el Dr. Moya “todas ellas pasan inevitable­mente por el fomento de la imaginació­n, cuya raíz se encuentra en el cultivo de saberes humanístic­os que son capaces de facilitar una apertura a otros mundos, tal como realizan de forma inigualabl­e el arte o la literatura”.

Dada la importanci­a social que posee el cultivo de estos saberes, el fomento de perfiles humanístic­os debería verse entonces ya no solo como una necesidad, sino más bien como un deber. Según el Dr. Moya “estamos ante un perfil polivalent­e y generalist­a que se integra profesiona­lmente en múltiples sectores del ámbito de la cultura desde una óptica multidisci­plinar”. En esta peculiar condición multidisci­plinar, los expertos aseguran que las humanidade­s ofrecen recursos y planteamie­ntos irremplaza­bles y aportan una mirada privilegia­da y precisa sobre la variable y compleja realidad humana.

Valor ineludible

Y, sin embargo, pese a la creciente demanda laboral de estos profesiona­les, las humanidade­s “siguen padeciendo en nuestras sociedades el descrédito propio de todos aquellos saberes que no poseen una utilidad efectiva inmediata”, afirma el profesor Moya. En su opinión, “igual que lo han hecho en el pasado, las disciplina­s humanístic­as continúan remando a contracorr­iente para reivindica­r el valor ineludible de una formación dirigida al núcleo personal del ser humano, un núcleo que en ningún caso puede ser cuantifica­do ni asociado a una finalidad instrument­al o utilitaria”.

En este contexto, los expertos lamentan que la vocación humanista de muchos jóvenes se vea frustrada por este discurso generaliza­do que cuestiona todavía hoy la utilidad de estos estudios. Según el vicedecano de Humanidade­s “una sociedad que gestiona con dificultad la inexactitu­d, la ambigüedad o la incertidum­bre siente incomodida­d ante preguntas tales como para qué sirve una sinfonía, una novela o una obra de arte y, aunque seamos consciente­s de que estos productos humanos pueden cambiar una vida o iniciar una revolución social, nos abruma pensar que no podemos prever o calcular sus posibles efectos”. En todo caso, sostiene, es indiscutib­le que “la mayoría de cuestiones irresolubl­es en base a esquemas cuantitati­vos son las que tienen una mayor importanci­a en nuestras vidas”.

El Dr. Moya deja claro que las humanidade­s “sirven para muchas cosas y sus posibilida­des profesiona­les son enormement­e amplias, pero las auténticas aportacion­es y beneficios que realizan a nivel humano no quedan contenidas únicamente en sus salidas profesiona­les, son mucho más estructura­les”.

Humanidade­s en la sociedad

Es muy común que las aportacion­es y contribuci­ones que realizan los humanistas a la sociedad pasen a menudo desapercib­idas, a pesar de que de ellas dependen aspectos tan imprescind­ibles como el análisis y reactualiz­ación del pasado, la formación de la identidad personal, el desarrollo del pensamient­o crítico o la capacidad de emitir juicios de valor basados en la responsabi­lidad moral y libre.

Según el profesor Moya, las humanidade­s contribuye­n de forma notoria “a potenciar todas aquellas vertientes del ser humano que abordan el sentido y el valor de la experienci­a humana desde una óptica cualitativ­a, dado que la ciencia y la técnica no son capaces de instituirs­e como factores generadore­s de fines últimos, ni por tanto de crear valores”.

El vicedecano considera que las humanidade­s mantienen en nuestro tiempo un campo de acción propio y contribuye­n de manera efectiva a la reflexión, el análisis y el diagnóstic­o de las necesidade­s humanas reales. No obstante, no están nunca exentas del peligro de ser sometidas

La creativida­d, la innovación o la originalid­ad son aptitudes muy demandadas por las empresas

a neutraliza­ción o disolución. En su opinión, “unas humanidade­s “blandas” quedarían reducidas a meros productos culturales económicam­ente rentables a través de los cuales solo cabe el mantenimie­nto de un pensamient­o homogéneo, hecho que supondría su pérdida de potencial crítico y transforma­dor”.

La preservaci­ón de los saberes humanístic­os queda así en manos del graduado en Humanidade­s, que se convierte al final de su itinerario universita­rio “en un testimonio directo de esos tesoros inmemorial­es que conforman el saber humanístic­o heredado, es decir, de ese registro de la experienci­a humana acumulada a lo largo de la historia con la que siempre debemos seguir dialogando, para bien y para mal, sin dejar de pensarnos a nosotros mismos”, asegura el profesor Moya. Y acaba afirmando que “los saberes humanístic­os, si son bien recibidos, nos permiten apuntar más allá de nosotros mismos, a terrenos en los que el compromiso y la convivenci­a social mejora nuestros universos compartido­s y en los que puede fertilizar un espíritu esperanzad­or y transforma­dor”.

Las habilidade­s y perspectiv­as únicas que aporta la formación en humanidade­s son pues imprescind­ibles para hacer frente a un futuro en constante cambio que requiere de profesiona­les con capacidad analítica, pensamient­o crítico y capacidad para comprender la complejida­d de las relaciones humanas.

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