La Vanguardia

Y antes del Godó, vuela Tsitsipás

El griego revira su curso, dubitativo hasta ahora, al adjudicars­e Montecarlo

- SERGIO HEREDIA

Y de repente, Stéfanos Tsitsipás (25) se derrumba sobre la arcilla de Montecarlo, grandullón como es, y rompe a llorar.

Tenísticam­ente, no le iban bien las cosas en este aòo.

Ni en este, ni en el anterior. En los últimos tiempos, la carrera de Tsitsipás había palidecido, apenas recompensa­da con un título menor en el 2023 (Los Cabos), ningún revolcón en este. No se encontraba el griego, tenista singular, filósofo que regala mensajes encriptado­s a sus aficionado­s y a sus seguidores en las redes sociales, emblema deportivo de un país que nunca ha brillado en el tenis (nunca salvo ahora, con Tsitsipás y con Maria Sakkari).

Y de repente, como sin venir a cuento, su gran semana. Bendita semana.

De un tirón, y cuando se veía fuera del Top 10, Tsitsipás va y tumba a Djere, Etcheverry, Zverev, Kachanov, el prodigioso Sinner, hoy número 2 del ATP.

Y ayer, en la final, a Casper Ruud (6-1 y 6-4).

Pas mal.

Y Montecarlo, a sus pies. (Por tercera vez, pues ya se había impuesto en la Costa Azul en el 2021 y en el 2022).

Y Barcelona, que le espera ahora, se frota las manos (también Ruud debe aterrizar en el RCTB en las próximas horas).

Ninguna opción había tenido el noruego, otra rara avis, otro ejemplar de otro país con escasa tradición tenística (en su propia casa, Ruud tiene competenci­a: en el ajedrez está Carlsen; en el fútbol, Håland y Odegaard; en el triatlón, Blummenfel­dt; en el atletismo, los Ingebrigts­en y Karoline Grovdal; en el esquí, Kilde; en el balonmano, la selección masculina al completo...), alguien cuyo rendimient­o, ayer, resultó discreto.

Suele quedarse a medio camino este Ruud (25) resultón, siempre fiable salvo en las finales, cuando se le encoge el brazo. Nunca ha triunfado en los días de caza mayor: se le han escapado dos títulos en Roland Garros, otro en el US Open, unas Nitto Finals, otro triunfo en Miami y, ahora, otro en Montecarlo. Luciría de otro modo si se hubiera adjudicado todo eso, incluso una pincelada de todo eso.

Pero no hay manera: en los días de caza mayor, Casper Ruud se encoge.

En la Costa Azul, Tsitsipás se le echa encima.

El griego se muestra agresivo, coloca winners (23, por los 17 de Ruud) y falla poco (doce errores no forzados, por los 16 del noruego). Sirve fuerte, incluso a 213 km/h, y acelera en la primera manga, se la lleva en un pispás. A partir de ahí, Ruud ya va a remolque. Se echa atrás en la línea de fondo, profundiza en su tenis de desgaste, le busca las cosquillas a Tsitsipás, incluso le pone en apuros en el sexto juego, un parcial que no acaba nunca y que acaba adjudicánd­ose el griego.

Ahí se le acaba el fuelle a Ruud, otra brillante oportunida­d que le vuela, pues ahora quien vuela es Tsitsipás. ●

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VALERY HACHE / AFP Stéfanos Tsitsipás, ayer

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