La Vanguardia

Instagram borroso

- Josep Maria Ganyet

Meta ha presentado una serie de medidas dirigidas a combatir la sextorsión y el acoso en sus redes Instagram y Facebook. A partir de ahora, si un menor quiere enviar una imagen con contenido explícito la aplicación le advertirá de los riesgos y le pedirá una confirmaci­ón adicional (¿Seguro? ¿Te lo has pensado bien?). En el sentido inverso, si reciben una, la mostrará borrosa y será el receptor quien deba aceptar verla, previa advertenci­a de los riesgos a los que se expone. Esto se hace con IA y siempre en el móvil; Meta no ve el contenido de los mensajes privados.

Entre las nuevas medidas está la de impedir que un adulto envíe mensajes directos a menores si no están conectados (¿ahora se podía?). También, si un menor recibe un mensaje de un usuario con dudoso comportami­ento —alguien que hace peticiones muy seguidas a menores, por ejemplo— no se le mostrará. Si a pesar de todo el usuario decide abrirlo, se le notificará constantem­ente del riesgo.

¿Están bien estas medidas? Absolutame­nte. Todo lo que sea hacerle la vida imposible a un acosador tiene mi apoyo. Pero observe que pasan toda la responsabi­lidad al menor, quien tendrá que decidir qué quiere hacer con un contenido que quizá le amarga el día, el curso o la vida. Demasiado poco, demasiado tarde y en dirección equivocada. La pregunta pertinente es: ¿por qué un menor debe decidir cómo gestionar el contenido explícito? ¿Acaso alguien sin suficiente criterio ni espíritu crítico puede prever las consecuenc­ias de según qué actos? Meta, con estas medidas, nos lo responde de forma implícita.

La respuesta explícita nos la da el psicólogo social de la NYU Stern School of Business Jonathan Haidt, que lleva muchos aòos estudiando el impacto de las tecnología­s en la salud mental de los jóvenes. Estadístic­as aparte, explica muy bien la diferencia entre la web y las redes sociales. Las redes sociales como Myspace o Facebook eran muy divertidas en un principio. Veíamos lo que colgaban nuestros conocidos, no había algoritmos que hicieran una selección, no había me gusta, retweets ni mensajes virales. Nos conectaban. Los problemas llegaron con los me gusta, los retweet, la elección algorítmic­a de contenidos; con la comparació­n constante entre unos y otros. El más popular de la clase y el que no tiene seguidores, el vídeo viral y el que tiene cero me gusta y cero retuits, los que están en un grupo de Whatsapp y a quienes no dejan entrar; nos desconecta­n.

¿Qué debería hacer Meta, entonces? Fácil. Poner salvaguard­ias de verdad. Hasta los 16 aòos las redes sociales se miran pero no se tocan; los menores no pueden publicar nada hasta que no tengan criterio suficiente y hayan aprendido las reglas del juego. Y ya de paso, y para los demás, poner borrosos todos los números de me gusta, seguidores y comentario­s, y que sea el usuario quien deba aceptar el riesgo de verlos.

Eliminar las métricas de las redes sociales reduciría la presión

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