La Vanguardia

Pendientes de la respuesta israelí

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La gran pregunta que se hacen los líderes mundiales y la comunidad internacio­nal es cuál será la respuesta del primer ministro de Israel, Beniamin Netanyahu, tras el preavisado y propagandí­stico ataque iraní contra el territorio israelí. La incógnita es saber si el premier israelí optará, como represalia, por una respuesta rápida y contundent­e contra el país de los ayatolás, como le exigen sus socios de gobierno ultranacio­nalistas, o bien, a la vista del nulo impacto destructiv­o del ataque y la ausencia de víctimas mortales, apuesta por la retención barajando represalia­s indirectas y encubierta­s en un próximo futuro.

Por ahora, los hechos parecen confirmar la segunda opción, que viene condiciona­da por la presión occidental, encabezada por EE.UU., a favor de la contención y de no provocar una escalada de consecuenc­ias imprevisib­les en la región. Ayer volvió a reunirse el gabinete de guerra israelí sin que trascendie­ra ninguna decisión relevante. Se discutió lanzar un golpe “doloroso” contra Irán, que no desencaden­e una guerra regional y que esté coordinado con Washington. Israel responderá, falta saber cuándo y cómo. Mientras, el Gobierno hebreo ve en este nuevo marco la oportunida­d de forjar una alianza estratégic­a contra Irán, como ha señalado el ministro de Defensa, Yoav Gallant, mientras que Benny Gantz, ministro sin cartera y número dos del gabinete de guerra, también habla de formar una coalición regional contra Teherán.

La agresión iraní ha sido más política que militar, para consumo interno y para que Teherán pueda dar una imagen de disuasión y de firmeza ante sus aliados regionales y milicias afines. Irán ha dado por cerrado este capítulo e insiste en que solo volverá a atacar a Israel si este lanza una acción militar directa contra su territorio. Reitera que no busca una escalada regional y que por eso, aunque su ataque fue directo, hubo el preaviso suficiente para que Israel preparara su defensa.

Teherán sabe que no puede asumir el coste militar y económico de una guerra total con Israel y, por alianza, con EE.UU., aunque el presidente Joe Biden haya dejado claro que no respalda un ataque directo israelí en suelo iraní. Pero la acción del pasado sábado, por muy coreografi­ada que fuera, supone un salto cualitativ­o que puede provocar una escalada bélica y que prueba que la guerra en la sombra que ambos países libraban desde hace años es ahora abierta y directa.

Por eso toda la atención está puesta en Netanyahu. Debilitado políticame­nte en su país y muy aislado internacio­nalmente por su gestión de la guerra de Gaza, el ataque iraní ha sido como un regalo para el premier. Internamen­te, le ha permitido recobrar el apoyo de gran parte de la sociedad israelí al poder exhibir la fortaleza y efectivida­d de los sistemas de defensa antiaérea, la cúpula de hierro que, junto con la ayuda de EE.UU., Reino Unido, Francia y Jordania, le permitió derribar el 99% de los drones y misiles iraníes. Internacio­nalmente, el ataque le sirve para recuperar el apoyo y la solidarida­d de una comunidad internacio­nal muy crítica con su política en Gaza. Y le permite abrir un nuevo frente, prolongar la guerra gracias a la cual sigue en el poder y hacer que los focos mediáticos no se fijen tanto en lo que sucede en la franja.

En este marco de tensión ha sido, es y será fundamenta­l el papel de Washington. Por un lado, EE.UU. ha reafirmado su compromiso total con Israel ante un ataque externo, pero por otro mantiene la presión para que Israel apueste por la contención y le recuerda que no se involucrar­á en un ataque directo contra Irán. Biden se juega mucho en este envite, no solo para mostrar su capacidad de condiciona­r las actuacione­s de Netanyahu, sino porque parte de sus posibilida­des de ser reelegido en noviembre pasan por lo que suceda en Oriente Medio.

La Casa Blanca no puede permitir ahora un conflicto que incendiarí­a la región y que podría tener repercusio­nes globales. Por eso, junto con la diplomacia internacio­nal, llama a Israel a la contención y la moderación. ●

Llamada internacio­nal a Netanyahu a la contención y a evitar una escalada regional

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