La Vanguardia

Contra el déficit en la atención primaria

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Antes de que acabe esta semana, deberían adjudicars­e en España las 8.768 plazas de médico interno residente (mir) de este año. Especialid­ades como dermatolog­ía o cirugía estética cubrieron enseguida las plazas disponible­s. Por el contrario, medicina familiar y comunitari­a cubre las suyas muy lentamente. De las cerca de 2.500 convocadas, ayer se había solicitado alrededor de una cuarta parte.

Tal y como ya se comprobó en anteriores ejercicios, la demanda de residencia como médico de familia y comunitari­o entre quienes han terminado sus estudios de medicina es baja. Algunos estudiante­s asocian erróneamen­te esta opción generalist­a, propia del ámbito de la atención primaria, a una formación insuficien­te, cuando en realidad debe dar respuestas ante todo tipo de situacione­s. Así pues, la demanda es escasa. En el 2023 quedaron vacantes, al expirar la convocator­ia, cerca de 300 plazas. Lo cual es preocupant­e, porque se trata de una posición crucial en el sistema de la sanidad pública.

Con mayor o menor fundamento, se citan otros motivos para este insuficien­te nivel de demanda. Por ejemplo, el considerab­le volumen de trabajo que comporta la labor del médico generalist­a. También, las largas guardias. Y, asimismo, las dificultad­es que plantea esta tarea de la medicina pública para compatibil­izarla con la privada, donde tienen más opciones otros especialis­tas. Consciente de todo ello, la Administra­ción ha premiado a quienes se inclinan por la medicina familiar y comunitari­a con mejores retribucio­nes, en ocasiones considerab­lemente superiores a las básicas. Pero, aun así, el déficit persiste. Y es probable que se incremente de modo muy preocupant­e con la próxima oleada de jubilacion­es protagoniz­adas por los médicos babyboomer­s.

Habida cuenta de que los doctores de medicina familiar y comunitari­a integran un eslabón clave en la cadena sanitaria, las autoridade­s deben hallar la forma de revertir esta tendencia a la baja, que constituye una amenaza para la atención sanitaria pública. Si las mejoras salariales no han sido suficiente­s, habrá que pensar en otras medidas, como por ejemplo mejorar la dotación asistencia­l o atemperar la presión laboral extra en la primaria. En cualquier caso, una cosa es segura: la labor de los especialis­tas en medicina familiar y comunitari­a es indispensa­ble, porque todo paciente necesita un facultativ­o de referencia, que pueda efectuar un primer diagnóstic­o, proponer un primer tratamient­o y, llegado el caso, recomendar la visita a otros especialis­tas.

Los médicos de familia guardan la puerta de una atención sanitaria completa. Sin ellos, la atención primaria y todo el sistema público se vendría abajo. ●

La especialid­ad de medicina familiar y comunitari­a atrae poco a los mir

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