Revoltijo de estilos

Si Yard Act no ha terminado aún de arrancar quizás se deba a que el público no sabe exactamente a que asirse al escuchar su música. Pero el quinteto de Leeds, liderado por el cantante James Smith, está más que preparado para dejar las salas pequeñas y pasar a lugares de mayor aforo. Fue evidente en su paso por la abarrotada sala mediana de Apolo, donde fueron recibidos con entusiasmo en el Dream job tour, presentación de su segundo álbum Where’s my utopia, producido por Remi Kabaka Jr. de Gorillaz.

Impregnados del eclecticismo que ha hecho célebre al grupo de dibujos de Damon Albarn, desde la inicial An illusion mezclan groove, cante melódico y rapeado y esencia brit-pop, potenciada por dos coristas femeninas. Su querencia por el funk y los ritmos cortantes les hace parecerse a Talking Heads en Dead horse, con una letra que lamenta la deriva de su país, puntuada por un saxo dislocado, cuyos graznidos serán norma toda la velada.

Pero si algo caracteriza su música es el pospunk, gritón y rockero en Petroleum, aunque tampoco dudan abrazar una mezcla de swing, hip-hop y guitarra afilada en Land of the blind. Enlazando temas de su primer álbum The overload con actuales, Smith no para en su verborrea crítica, soltando rimas y más rimas en letras kilométricas, alocadas y de difícil comprensión. Aunque también son hábiles, como indica el título We make hits, en combinar pogo y groove, aunque, como puntualizan en la letra: “Ahora hacemos éxitos (pero no éxitos como Nile Rodgers)”.

El punk-funk epiléptico es la norma en Down by the stream y Dream job, el rap deslenguado prima en un Payday que repite la máxima de “toma el dinero y corre” y el acelerón final de A vineyard from the north recuerda al alocado sonido Madchester de Happy Mondays. Pero, para fiesta, la despedida, con The trench coat museum, mostrando su mayor revoltijo de estilos en una apoteosis ruidista y a la vez dance. ●

Eclécticos, sus cartas mezclan groove, cante melódico y rapeado y esencia brit-pop