La Vanguardia

Marejada en el puerto deportivo de Tarragona

Polémica con el final de la concesión de los locales después de 30 años

- Esteve Giralt Tarragona

El puerto deportivo de Tarragona, en decadencia desde hace 15 años, quiere aprovechar el final de la concesión de la sesentena de locales, la mayoría vacíos desde hace tiempo, para revitaliza­rse y cambiar de modelo: final de los locales de ocio nocturno. Justo en marzo se cumplieron los 30 años de la antigua concesión, lo que permite abrir un periodo que quiere ser de profunda renovación.

El Reial Club Nàutic de Tarragona, que tiene la concesión para gestionar el puerto deportivo y sus locales, ha obtenido una prórroga de 12 años por parte de la Autoridad Portuaria de Tarragona (APT). Del éxito de la transforma­ción del puerto deportivo dependerán la próxima concesión y la viabilidad económica del club, histórica entidad local.

En medio de este proceso, con la segunda fase de las obras en marcha, ha llegado la marejada. Una parte de quienes ahora deben renovar la concesión de sus locales, con nuevas condicione­s y precios más altos, hicieron ayer pública su indignació­n y anunciaron procesos judiciales en contra de la sociedad que tiene la concesión para gestionar los locales comerciale­s, participad­a mayoritari­amente por el Reial Club Nàutic.

El proceso paulatino de cierre de locales ha hecho que no sean muchos numéricame­nte quienes denuncian unas nuevas condicione­s “abusivas y totalmente opacas”. Son media docena de concesiona­rios que aseguran que los nuevos precios hacen inviables los negocios de restauraci­ón o del centro de buceo que siguen funcionand­o a pesar del aspecto todavía decadente del puerto deportivo.

“La subida del precio en mi caso es de hasta el 1.500%”, asegura Carlos Cavero, antes con un restaurant­e (El Mesón del Mar). “Nos obligan a marcharnos, nos están echando”, añade. “Quere

Suben los precios de alquiler y se apuesta por un cambio de modelo: final del ocio nocturno en el puerto

mos una negociació­n homogénea y transparen­te”, pide ¡ngel Quiñones, también localista, erigido en portavoz.

Uno de sus objetivos prioritari­os es presionar públicamen­te para conseguir la intermedia­ción de la Autoridad Portuaria de Tarragona. “Permanece impasible y son arte y parte, han concedido la prórroga de la concesión y tienen el 35% de las acciones de la sociedad que gestiona los locales”, denuncia Carlos Arriola, con la concesión de otro de los locales de restauraci­ón (Brisa).

Entre quienes denuncian lo que consideran es una estrategia para conseguir que no renueven sus concesione­s y dejen los locales libres están también Sajjad Ali, con otro negocio de restauraci­ón, y Josep Ferrando, propietari­o del bar Coco y antiguamen­te de la Sala Golfus, una de las discotecas de más éxito, hace veinte años. Entonces por el puerto pasaban 12.000 jóvenes cada fin de semana.

Otra de las afectadas es Marilen Selva, con una sala de música en directo (Mojo Club). “Me han dicho que molesto”, dice.

La sociedad concesiona­ria no ha empezado la comerciali­zación de los nuevos locales porque justo han empezado ahora las obras de reordenaci­ón del espacio urbano. La remodelaci­ón anunciada por el Nàutic será profunda, con menos locales y mejores servicios, lo que sobre el papel permitirá atraer nuevos negocios.

Descartada­s las discotecas, el objetivo es atraer además de restaurant­es actividade­s vinculadas sobre todo a la náutica y también empresas y oficinas ligadas a la denominada economía azul, modelo que cuenta con el apoyo de la Autoridad Portuaria de Tarragona y su presidente, Saül Garreta. ●

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LV Han empezado las obras de reordenaci­ón de las aceras frente a los locales, junto a los amarres

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