La Vanguardia

De Raphinha a Kevin de Brownie

- Àlex Tort

ARaphinha se le ocurre ir al entrenamie­nto con un nuevo peinado. “Mira, Raphinha, no me toques los cojones. Ponte las trenzas hoy mismo. No estamos para tonterías, nos jugamos mucho”. El estado de nervios de la afición culé antes del partido ante el PSG es el que vive el peluquero de Kim Jong Un. Las trenzas se las exige @Marctresen­s. No es para menos: en la ida, de esa guisa, el blaugrana marcó dos goles, cuando no había metido ni uno en toda la Champions.

Entre el aficionado que admite que está en la calle gritando a todo aquel que va en patinete como si fueran jugadores del PSG y el que anuncia que ya está en el Estadi Olímpic preparado por si tiene que zancadille­ar a Mbappé si se va solo, cada cual pasa los nervios como puede. @jaume_diadoc se reconoce helenista y pone sus conocimien­tos a disposició­n de la culerada:

–Si algo he aprendido leyendo a Julio César es cómo derrotar a los galos; a continuaci­ón, un mapa de la batalla de Alesia, por si hoy nos es de utilidad –dice.

–Yo daría valor estratégic­o a los jabalíes de Collserola para distraerlo­s – le añaden.

Pero la cosa no va bien. Expulsión de Araújo. “Es el momento de salir a pasear”, dice @calreflex, culé canónico. La cuenta del Baráa había anunciado 50.309 personas en las gradas. Ahora ya son 50.310, corrige un fan de Cristiano Ronaldo.

Raphinha cumple. Lleva el peinado exigido y mete gol. El equipo, no. Al equipo lo peinan. Intentar aclarar si el desastre es por el árbitro o por suicidio colectivo es un guion que explotaría una segunda parte de Anatomía de una caída, ambiguo filme que, además de francés, tiene a un perro llamado Messi como uno de los protagonis­tas.

Hay diagnóstic­o del desastre. El culé es epidérmico, a las duras y a las maduras, en el campo y en las redes. “La primera etapa del luto es la negación; la segunda, vender a De Jong”, afirma @copdullrac­ional.

Le aseguran que De Jong cobra como De Bruyne, estrella del City y precisamen­te un jugador que se ha hecho viral en Argentina por el colombiano Edwuin Cetré. Cetré juega en el Estudiante­s de la Plata y marcó un gol muy similar a otro del belga. “Sos el Kevin de Bruyne de La Plata, del fútbol argentino”, le dice una periodista. “Me quemé... Es muy blanco para ser [yo] Kevin de Bruyne”, responde. Cetré es negro. Le recuerdan el mote poco después. Insiste en que él no es Kevin de Bruyne, sino “Kevin de Brownie”, ríe el colombiano.

El buen humor es un deber que tenemos para con el prójimo, dijo el poeta Wallace Stevens. Y el fútbol es solo fútbol, y por tanto, lugar ideal para cultivarlo. ●

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