La Vanguardia

El dinero no huele

- Emilio del Río

Cómo se te ocurre aprobar un impuesto sobre la orina?”, le reprochó Tito a su padre, el emperador Vespasiano. Este cogió unas cuantas monedas, las acercó a la nariz de su hijo y le preguntó: “¿Te huelen mal?”, a lo que Tito contestó que no. Vespasiano entonces, ufano, le replicó, “y, sin embargo, vienen de la orina”.

A falta de los productos químicos que tardarían miles de años en llegar, los tintoreros y curtidores utilizaban la orina para sus oficios. El amoniaco natural presente en la orina servía para eliminar la grasa y suciedad de los tejidos (y a los romanos les gustaba la ropa limpia y planchada) y ayudaba también a lavar y suavizar el cuero, lo preparaba para el proceso de curtido.

Vespasiano impuso a tintoreros y curtidores, hacia el 70 d.c., un impuesto por el derecho de colocar recipiente­s en los urinarios públicos y así aprovechar la orina de las letrinas (dejamos para otra columna que en algunos casos las letrinas eran de pago, como ahora en las estaciones de tren). Más allá de su voracidad impositiva, hay que reconocerl­e al emperador que ¡fue el inventor de la economía circular!

Recuerdo este episodio que relata el historiado­r romano Suetonio a propósito del impuesto que ha aprobado el Gobierno de Sánchez para los trabajador­es cuyas nóminas superen a partir del 2025 los 56.600 euros anuales (digan lo que digan es un impuesto porque no da derechos adicionale­s de pensión). A esta nueva vuelta de tuerca impositiva la han llamado “cuota de solidarida­d”, porque se va a destinar, dicen, a las pensiones. ¡Todos los impuestos son cuota de solidarida­d! Ya Orwell en Rebelión en la granja ilustró cómo la manipulaci­ón del lenguaje es un instrument­o de control político y social para mantenerse en el poder . Además, ¡como si no hubiera más remedio que saquear más las nóminas para aumentar las pensiones! ¿Por qué no racionaliz­an el gasto público?

Vespasiano en la réplica a su hijo añadió una expresión que en latín es un juego de palabras intraducib­le al español: pecus non olet, “el dinero no huele”. Pecus en latín es ganado (decimos sector agropecuar­io) y también dinero (de ahí viene pecuniario). El ganado sí huele, pero el dinero no.

A este Gobierno, como a Vespasiano hace dos mil años, le da igual la carga tributaria opresiva o la explotació­n fiscal, porque el dinero no huele. ●

A este Gobierno le da igual la carga tributaria opresiva o la explotació­n fiscal

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