Albert López desmiente haber confesado el crimen de la Guardia Urbana
El condenado matiza que reconoció a su psiquiatra haber encubierto el asesinato
Albert López, condenado por el crimen de la Guardia Urbana de Barcelona, desmiente haber confesado el asesinato del agente Pedro Rodríguez. El condenado se puso ayer en contacto con La Vanguardia a través de su abogado para matizar las informaciones aparecidas el martes y que apuntaban que, después de siete años de silencio y de evasivas, López había reconocido los hechos por los cuales había sido condenado con el objetivo de lograr permisos penitenciarios. El condenado ayer lo desmintió todo. Aseguró que en las frecuentes conversaciones que mantiene con el psiquiatra de la cárcel de Quatre Camins, en el marco de su programa de tratamiento penitenciario, reconoció haber encubierto el crimen, hecho por el que mostró su arrepentimiento por no haber actuado de otro modo, como, por ejemplo, habiendo llamado a la policía.
El reconocimiento de los hechos es una condición que tener en cuenta por los profesionales de las juntas de tratamiento de las prisiones para que los presos progresen de grado y puedan optar a permisos de salida de fin de semana. López, condenado a 20 años de cárcel por asesinato, lleva siete en prisión, ha superado una cuarta parte de la condena y podría optar a permisos. De ahí que con los profesionales del centro trabaje aspectos como el perdón, el arrepentimiento y la asunción de responsabilidades.
De ser ciertas las palabras de Albert, estas no representarían ningún giro de guion respecto a lo que siempre mantuvo en el juicio: que él se había limitado a ayudar a Rosa Peral a deshacerse del cadáver de su novio, Pedro Rodríguez, ayudándola a quemar el cuerpo en el maletero de su propio coche en una pista forestal del pantano de Foix. Esta versión es la que López mantuvo en el juicio. Y es la misma que al menos afirmó ayer a este diario.
El día antes, El Periódico publicó una información que apuntaba a que López había reconocido los hechos por los que fue condenado, es decir, que acabó con la vida de Pedro Rodríguez junto a su amante, Rosa Peral. La información no solo fue publicada por el rotativo sino que fue confirmada por agencias de noticias en los mismos términos. El desmentido de López puede interpretarse de dos maneras. O realmente confesó su implicación en el asesinato ante el psiquiatra de la cárcel y, tras el revuelo causado, decidió dar marcha atrás, o bien solo admitió haber encubierto el crimen y esta asunción de responsabilidades acotada fue malinterpretada.
La supuesta confesión de Albert corrió como la pólvora. Hubo informaciones que titularon que López había confesado el crimen dando a entender que se atribuía exclusivamente la autoría del asesinato exculpando a Rosa Peral. De hecho, a partir de algunas informaciones publicadas por los medios, una de las abogadas de la mujer apuntó que estudiarían la posibilidad de presentar un recurso de revisión ante el Tribunal Supremo para que valorase una posible absolución de su clienta. A medida que pasaron las horas y al ver que la confesión de Albert podía ponerse en duda y que no existía ningún documento que lo acreditase, la otra abogada de Peral, Olga Arderiu, admitió ayer en TV3 que no tenía ningún sentido
El procesado habló con el psiquiatra de la cárcel del perdón y el arrepentimiento, pero negó el asesinato
reclamar una revisión de sentencia si no había aparecido ningún nuevo indicio que permitiera reabrir el caso.
Al ver el interés mediático que generó la noticia, el abogado de Albert López, José Luis Bravo, salió públicamente a desmentir las informaciones y asegurar que su cliente no había confesado el crimen. “La información es falsa. Albert López me ha asegurado que él nunca ha confesado haber participado en la muerte de Pedro”, dijo en el programa de TV3 Tot es mou.
La Audiencia de Barcelona condenó a los agentes de la Guardia Urbana Albert López y Rosa Peral a 20 años y 25 años de cárcel, respectivamente, por haber asesinado a Pedro Rodríguez, también agente del mismo cuerpo policial y pareja sentimental de la mujer. La sentencia consideró que ambos planearon el asesinato y aprovecharon que la víctima estaba dormida para darle muerte con un objeto contundente. ●