La Vanguardia

“Cuando podía, me vestía como mujer; yo era ‘El chico del vestido’, por eso lo escribí” David Walliams

Actor, guionista, autor superventa­s de libros infantiles y pregonero de Sant Jordi

- E N T R E V I S TA Justo Barranco Madrid

El fenómeno David Walliams (Londres, 1971) cuesta de explicar. Ha pasado de ser uno de los grandes cómicos británicos, autor y protagonis­ta de series como Little Britain, con su humor ácido y nada políticame­nte correcto... a ser uno de los autores de literatura infantil y juvenil más importante­s, con 56 millones de libros vendidos y traduccion­es a 55 idiomas. Y todo desde que publicó La increíble historia del chico del vestido (Montena, en castellano y catalán), un relato sobre la diferencia, con un chico que es un as del fútbol pero también se pone vestidos de niña.

Una historia que conecta con su propia infancia. Desde entonces ha trasladado el humor “explosivo” de Little Britain a uno más controlado en la popular serie de libros La increíble historia de..., desde La abuela gángster a El monstruo supercabez­ón o Un amigo excepciona­l. Este lunes será el pregonero de Sant Jordi en El Born y se toma en serio su responsabi­lidad. Además, firmará libros el martes en Abacus l’illa (11 a 13 horas) y Casa Seat (17 a 19 horas, con inscripció­n previa en la web).

Ha escrito la increíble historia de muchos personajes. ¿Cuál es la de David Walliams?

La sorpresa de este éxito. Nunca pensé que iba a estar en Madrid hablando sobre mis libros porque no imaginé que se iban a publicar fuera del Reino Unido. Ni en ningún lado. Es surrealist­a. A veces me pellizco para recordarme que

no hay que dar nada por sentado.

¿Cómo cambió el humor televisivo por los libros infantiles?

En los libros infantiles no puedes ser tan gamberro ni maleducado. Pero me gusta coger las cosas que creaba con Matt Lucas y aplicarlas. Los niños eran muy fans de Little Britain, porque sus personajes eran muy de dibujos animados. Y cuando yo era pequeño me gustaba ver las comedias que se suponía que no eran para mí. Hay que tener un equilibrio entre lo que es aceptable en libros para niños y que sientan que están leyendo algo un poco prohibido. Los libros de Roald Dahl, por ejemplo, te dan la sensación de entrar en un mundo de peligro, de humor, un poco más allá de los años que te correspond­en. Los niños tienen esa aspiración. Es importante no ser condescend­iente con ellos.

¿Eso explica su éxito?

Creo que quieren que les entretenga­n y lo trato de hacer. Trato de animar a los niños a que lean, especialme­nte a los que más les cuesta, creando historias divertidas. No son libros que los profeso

res quieren que los niños lean, pero espero que sean los que quieran leer por sí mismos sin que les apunten con una pistola en la cabeza. Leer para divertirse, por placer, es importantí­simo.

¿Cómo empezó a escribir el libro El chico del vestido?

Recibí una carta de un niño cuando hacíamos Little Britain. Me mandó una foto de él vestido de Emily Howard, uno de los personajes de la serie. Fue hace 16 o 17 años. Era el día de los disfraces en el colegio y pensé “mira qué valiente”, porque a veces los chicos se resisten a que les consideren afeminados. Y pensé: ¿Qué pasa si fuera del día de los disfraces un chico quiere hacer eso por sus propios motivos? Me pareció que había una historia interesant­e sobre cómo es ser diferente y celebrar las diferencia­s. El libro fue un éxito modesto, pero disfruté escribiénd­olo. Luego aquel niño vino a una biblioteca a una de mis lecturas en Londres y me tocó la fibra sensible. Me dí cuenta de que podía lograr un viaje emocional con los libros que no podía con un sketch. Y comencé otra carrera.

La historia del chico del vestido tiene que ver con su infancia.

Sí. Yo también lo hacía de pequeño, disfrazado en obras de teatro o porque mi hermana me vestía de niña, porque quería una hermanita y no a mí. Me parecía divertido, siempre ha sido parte de mi vida. Matt Lucas y yo hemos interpreta­do a muchas mujeres en nuestros sketches. Es algo con lo que siempre he disfrutado. No con placer erótico, pero con placer. Es divertido mirarte en el espejo y verte diferente. Y cambiar de género es un gran cambio. En cualquier oportunida­d que tenía, me vestía como mujer. Yo era El chico del vestido, por eso lo escribí.

¿Sus guiones para Little Britain serían posibles hoy?

Depende. Se hizo para la BBC, una televisión pública, responsabl­e de gustar a todos. Pero en Netflix no importaría, están Ricky Gervais, Dave Chappelle, y a la gente le gusta que le escandalic­en un poco. No creo que sea malo. Los Sex Pistols, Robert Mapplethor­pe u obras como El Cristo del pis que están diseñadas para escandaliz­ar las recordamos de forma que quizá no recordamos otras. No deberíamos olvidar el poder que tiene escandaliz­ar. Pero sí es más difícil hoy la comedia porque al ser creativo quieres ser libre para decir cualquier cosa y ahora piensas: a alguien no le va a gustar esto. Pero en comedia nada puede ser sagrado. Y a todos nos gustan cosas distintas. No llevaría a mi madre a una muestra de Mapplethor­pe. Le gusta Downton Abbey. Hay que entender que a todos nos gustan cosas diferentes y ser más tolerantes con los gustos de los otros. O nos cargamos la creativida­d. Por la calle me preguntan para cuándo la próxima Little Britain, muchos echan de menos el humor explosivo de hace 20 años.

¿Qué dirá en el pregón? Nunca me piden estas cosas en el Reino Unido. He pasado tiempo trabajándo­lo. Espero que se reciba bien o seré el primer y último británico en darlo. Quiero transmitir la importanci­a de encontrar formas de que los niños cojan libros y lean por placer, con el efecto que eso tiene el resto de sus vidas: se convierten en lectores. Pero no empieces con Shakespear­e o Dickens. No debemos ser esnobs y mirar por encima del hombro al entretenim­iento. ●

El camino de Roald Dahl Los niños deben poder sentir que están leyendo algo un poco prohibido”

Corrección política “Muchos me piden más ‘Little Britain’, añoran el humor explosivo de hace 20 años”

Crear lectores “Los pequeños deben leer por placer; no podemos ser snobs con el entretenim­iento”

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D niel Gonz lez / EFE David Walliams fotografia­do el viernes en Madrid

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