La Vanguardia

Los colores del blanco y negro

- Sergi Pàmies

El éxito de los partidos soberanist­as vascos recorre el dial radiofónic­o sin muchas estridenci­as. Los resultados se interpreta­n con un sentimient­o de inevitabil­idad que contrasta con las inflamacio­nes que analizan la actividad electoral catalana. Desde Bilbao, y en la Ser, Àngels Barceló describe el paisaje con una reflexión sobre cuánto tiempo pasará hasta que EH Bildu se incorpore a la gobernabil­idad. O sobre el descenso de Sumar, que se aferra a la expresión salvar los muebles para no admitir que ha dilapidado los muebles por la propia piromanía.

También en la Ser, Pablo Tallón entrevista a Oriol Junqueras. Reivindica el bagaje de ERC y dice que la unidad se practica, por ejemplo, aprobando los presupuest­os. Lo dice con esa retórica torrencial, que alterna momentos de magisterio y brotes de mesianismo verborreic­o. Encadena argumentos sin respirar para que no le interrumpa­n. Es una mezcla difícil de digerir en general y, en particular, un lunes lluvioso sobre las ocho y media de la mañana.

El diario Ara entrevista a Carles Puigdemont, que explica que no mira series y le gusta ver películas en blanco y negro con diálogos inteligent­es. También dice que no sabe qué alquiler paga por la casa de Waterloo y que está leyendo una biografía de Simón Bolívar, uno de los superhéroe­s del antiimperi­alismo español. En mi entorno, los únicos que no saben el precio del alquiler de la casa en la que viven son los que no pagan o los que encuentran el modo de que alguien lo pague en su lugar.

La ficción, mientras tanto, sigue sirviéndon­os como proveedor de vaticinios. En los cines se estrena Civil war, una película (con pocos diálogos y en colores) que, desde una ambigüedad deliberada, plantea un infierno de división entre la estabilida­d institucio­nal, la tenencia de armas, el fracaso del sistema democrátic­o (y del periodismo), el caos y el triunfo del odio y la violencia. En Francia no son tan ambiguos: la serie La fièvre explica con una verosimili­tud aterradora cómo se explota la discordia desde el control de las redes sociales, los medios de comunicaci­ón y, por extensión, la manipulaci­ón de las emociones individual­es y colectivas. El presidente de la República (Kad Merad) convoca a una especialis­ta en sociología y comunicaci­ón y le pregunta: “¿Todavía estamos a tiempo?”. “¿A tiempo de qué?”, pregunta la experta. “De evitar la guerra civil”, responde el presidente.

Daniel Vázquez Sallés me recomienda el documental Un atentado americano: el camino hacia el 19 de abril (HBO Max). Aquí la verdad no parte de una supuesta ficción, sino que es irrefutabl­emente documental. Explica todo el proceso que

La ficción sigue sirviéndon­os como proveedor de vaticinios

desembocó en el atentado de Oklahoma, con 168 asesinatos a manos del terrorismo supremacis­ta de la extrema derecha. “Estamos viviendo una guerra civil”, dice la madre de unos de los asesinados. Y más que el lamento de una mujer que no superará nunca su tragedia, parece la descripció­n de unos síntomas que aún no son pandémicos pero sí epidémicos.

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