Vivir la profesión con pasión y respeto
RICARDO DE ÁNGEL YAGÜEZ Catedrático de Derecho Civil (1942-2024)
El pasado 15 de abril, a los que fuimos sus alumnos de Derecho en la Literaria de Deusto nos taladró el tam tam (Whatsapp) “ha fallecido Ricardo”, adjuntando la nota de la Uni (con más de 100.000 seguidores).
Para los que hemos tenido el privilegio de conocerle, como respetado profesor, ya en el año 1974 nos insistía en la importancia del Título Preliminar del Código Civil al recoger los principios generales del derecho, que cuatro años más tarde se plasmaron en la Constitución Española.
Con Ricardo hubo temario, clases abiertas estimulando el debate y, sobre todo, Código Civil provocando una ósmosis de conocimiento para todos los que le rodeaban.
Abundaban las leyendas urbanas por sus orígenes humildes. Lo cierto es que Ricardo de Ángel fue un referente siendo sucesivamente premio extraordinario de carrera, profesor y catedrático de Derecho Civil y decano de la facultad de Derecho de Deusto, y por las aulas en las que impartió su conocimiento pasaron generaciones, de los que después de 50 años te recitaba por orden alfabético los componentes de cada promoción con nombre y dos apellidos. Para situarnos, en 1974 sólo éramos 200 alumnos en clase...
Pero cómo no iba a conocer a sus alumnos si las pruebas definitivas eran orales. No citaré alumnos por no faltar u ofender a nadie, entre sus discípulos, catedráticos, jueces, magistrados, abogados del estado, notarios, registradores, diplomáticos así como financieros, políticos, ministros y meros abogados. Otros habrá que glosarán sus méritos y hoja de servicios, experto con reconocimiento internacional y nacional en responsabilidad civil, en el levantamiento del velo societario, en responsabilidad de administradores, en la posesión y en la apariencia jurídica… un sinfín de temas en los que es y ha sido un referente.
Ricardo era un gran conversador, siempre didáctico, respetuoso y afable en su trato diario, firme defensor de sus creencias, pero sin denostar otras.
Nacido en Sestao (Bizkaia), tuvo la ocasión hace, al menos 30 años, de defender, como siempre con pasión, al club de fútbol de Sestao, impugnando en los tribunales ordinarios una decisión de la Federación Española de Fútbol. Fue un pionero, y dicha impugnación motivó que la UEFA sancionara a los clubs que agotada la jurisdicción deportiva acudieran a la ordinaria.
Con el paso de los años tuve la ocasión de colaborar con Ricardo de forma bastante recurrente. Fue un lujo. Con él siempre se mantenía una cálida relación personal y profesional. Cuando le hacías una consulta, siempre, indefectiblemente, escuchaba tu opinión y sobre qué fundamento la defendías, y a partir de ello te matizaba, trufaba su respuesta con argumentos y sentencias, de tal forma que te llevaba al convencimiento de que tu tesis era la correcta, cuando verdaderamente te había dado un verdadero repaso para mayor solvencia de tu postura.
Ricardo personifica el sapientia milior aurum que corona el escudo de la universidad. Su sabiduría y pasión por la docencia impulsaban su cercanía humana. Con todo el respeto, tenía una mirada de pillo, se las sabía todas. ¿A quién voy a llamar? Descanse en paz, amigo y maestro.
Su sabiduría y su pasión por la docencia impulsaban su cercanía como persona