VISTO PARA SENTENCIA
Daniel Sancho debe esperar 17 semanas para saber si elude la pena de muerte y la cadena perpetua
Ni premeditación ni alevosía. Defensa propia. El joven español Daniel Sancho Bronchalo, encarcelado en Tailandia por el crimen del cirujano colombiano Edwin Arrieta, dedicó su largo alegato final de ayer en el Tribunal de Samui a defender su inocencia. Sus palabras, con unas gotas de pesar, dejaron visto para sentencia un juicio a puerta cerrada que, si ha servido para algo, es para evidenciar que las pruebas y los testigos de la acusación multiplican los de la defensa.
Pese a ello, esta destilaba ayer optimismo, convencida de que las peores hipótesis –pena de muerte o cadena perpetua– han sido exorcizadas, por las supuestas dificultades de la Fiscalía para probar la premeditación, que es la verdadera línea roja en Tailandia.
La tesis del homicidio involuntario suena menos forzada que hace un mes. Aunque el veredicto, en cualquier caso, es cosa de los dos magistrados, que leerán su resolución el próximo 29 de agosto a las diez de la mañana.
De la severidad de la sentencia dependerá también que Sancho pueda terminar de cumplir su condena en la aireada cárcel de Samui o haya de ser trasladado al presidio de alta seguridad de Bangkok, donde está encerrado el también descuartizador Artur Segarra.
Daniel Sancho, muy activo a lo largo del proceso, utilizó su última oportunidad para volver a cargar contra la policía, que utilizó argucias para arrancarle una confesión inculpatoria.
Por otro lado, para probar que el serrucho utilizado por Sancho para desmembrar a su mecenas colombiano en realidad había sido adquirido para cortar cocos, la defensa convocó ayer a un chef tailandés dispuesto a certificar que esta herramienta forma parte del arsenal de cocina en Tailandia. Algo rebuscado y que de todos modos no tuvo oportunidad de intentar, ya que su jefe no le dio permiso para testificar.
Cabe decir que el final del proceso ha relajado el severo bloqueo informativo dictaminado por el juez desde su inicio, hace tres semanas.
Así, el padre del reo, Rodolfo Sancho, declaró su satisfacción a La Vanguardia por haber hecho “todo lo posible y más”.
Luego el actor quiso aclarar algo que le dolía: “A los que me han presentado como inhumano, decirles que es mentira que no presentara mis condolencias a la familia en Colombia. Fue lo primero que hice”.
También habló, por primera vez, Songwan, el traductor del imputado al tailandés, detallando algunas interioridades. “Daniel Sancho ha llorado varias veces durante el proceso”. Y hasta le ha justificado: “Daniel sintió mucho miedo al verse muy amenazado y bajo mucha presión por parte de Edwin Arrieta”. Algo que le habría hecho perder el control, con consecuencias fatales.
Un aspecto destacado del alegato de ayer, destacado tanto por el traductor como por la abogada Carmen Balfagón, es que Daniel Sancho habría manifestado su pesar por lo sucedido, así como su voluntad de reparar el daño causado en la medida de lo posible, es decir, económicamente, cuando pueda. Algo que podría ir para largo, ya que lo único seguro es su permanencia en la cárcel.
Cabe señalar que el lapso de cuatro meses entre el final del juicio y la lectura de la sentencia es excepcionalmente largo. Aunque el juez daba un mes para que las partes presenten alegatos finales, la defensa pidió ampliar ese plazo a dos meses para facilitar su traducción.
Los abogados defensores Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás han dado a entender que están mentalizados de que puede haber recursos que prolonguen el caso. “Si Sancho fuera absuelto, recurriríamos la sentencia sin ninguna duda”, ha advertido el fiscal, dejando así un amplio margen de acuerdo.
El caso es que Daniel Sancho, hijo y nieto de famosos, nunca llegó a cortar cocos en Koh Phangan. En vez de eso abrió una caja de Pandora, con el resultado de un muerto, dos familias destrozadas y su propia vida en suspenso.
Para relativizarlo todo, desde la fama hasta el suspenso, no hay nada como el monje budista que se exhibe en un templo a un kilómetro de allí, momificado bajo la túnica naranja y con unas gafas de sol sin marca para la eternidad. ●
El juicio a Daniel Sancho ha terminado exactamente a los nueve meses de su crimen en Phangan