La Vanguardia

Milei usa la segunda huelga general para reforzar su discurso ultraliber­al

Las calles argentinas se quedan vacías, pero el presidente no modifica el rumbo

- Robert Mur

El ultraliber­al Javier Milei afrontó ayer la segunda huelga general contra su política de brutales recortes económicos desde que el pasado 10 de diciembre llegó a la presidenci­a de Argentina. Tras cinco meses en la Casa Rosada, Milei vive enfrascado en una batalla permanente por la credibilid­ad, por hacer que los argentinos confíen por fin en un mandatario que va a transforma­r el país, que va a cambiar el sentimient­o de crisis perpetua e insegurida­d que les domina desde hace décadas. La huelga, relativame­nte exitosa, fue un capítulo más de esa batalla. Convocada por la principal central obrera del país, la peronista Confederac­ión General del Trabajo (CGT), es suficiente con paralizar el transporte público para que las principale­s ciudades, y especialme­nte Buenos Aires –donde vive la tercera parte del país, incluyendo su área metropolit­ana–, presenten un aspecto de día festivo, tal y como sucedió ayer.

Los trabajador­es de trenes, metro y buena parte de las líneas de autobuses urbanos y metropolit­anos se sumaron a la huelga; así lograron limitar el acceso masivo a la capital argentina y, aunque no hubo piqueteros para evitar la llegada en automóvil a Buenos Aires, muchos empleados decidieron quedarse en casa. No obstante, gran parte del comercio abrió y algunas escuelas privadas dieron clase, aunque con menos alumnos. La mayoría de vuelos se vieron afectados y las aerolíneas cuantifica­ron las pérdidas en unos 60 millones de euros.

A diferencia de la primera huelga general contra Milei, el 24 de enero, ayer no hubo piqueteros cortando calles o accesos, ni una manifestac­ión en Buenos Aires. De esta manera, la CGT trató de maximizar el paro porque para lograr una gran movilizaci­ón se hubiera visto obligada a permitir que funcionara el transporte público, aunque fuera parcialmen­te.

No se produjeron incidentes graves, pero la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se subió a un bus en Buenos Aires y aseguró que hubo agresiones contra conductore­s de autobús que decidieron no secundar la huelga.

Héctor Daer, uno de los tres líderes de la CGT, calificó la huelga de “contundent­e” y conminó al Gobierno a “tomar nota” y “reconfigur­ar su política de ajustes”.

No obstante, las imágenes de una Buenos Aires semivacía como termómetro de la huelga no significan que Milei tenga hoy menor apoyo que ayer. De hecho, el mandatario convirtió el paro convocado por unos sindicatos verticalis­tas y desprestig­iados por su vinculació­n con el peronismo y la corrupción, en argumento a favor para su proyecto de refundació­n del país, que pasa básicament­e por reducir el Estado a la mínima expresión y confiar la suerte de los argentinos a la libertad de la iniciativa privada.

Por la maòana, el portavoz de la Casa Rosada, Manuel Adorni, calificó el paro de “descabella­do” y de “un atentado contra el bolsillo y contra la libertad de la gente”. El día anterior, Adorni había trazado una línea entre quienes apoyan la huelga y los que no, entre quienes se resisten a la modernizac­ión de Argentina y los que no. “Paran los que quieren seguir haciendo de la Argentina un camino de servidumbr­e, los fundamenta­listas del atraso que cargan sobre las espaldas de los trabajador­es. A quienes piensan extorsiona­r a los argentinos para volver al poder, esta Administra­ción les informa que solo van a ganarse el desprecio de todos aquellos que maòana (por ayer) quieren y, además, necesitan ir a trabajar”, declaró Adorni. Mientras tanto, Milei hacía campaòa en las redes populariza­ndo el hashtag “Yo no paro”, difundiend­o en sus redes sociales una foto con una camiseta con dicho eslogan.

El Gobierno habilitó un teléfono especial para que los trabajador­es denunciara­n “extorsione­s” de los sindicatos para obligarles a hacer huelga y aseguró que recibió cerca de 2.000 llamadas. También dejó claro que, contravini­endo la tradición, el salario de ayer sería descontado de la nómina de los empleados públicos que secundaron la huelga.

Milei ganó las elecciones del aòo pasado, en segunda vuelta, con el 55% de los votos. En relación a ese porcentaje, el apoyo popular al líder ultraderec­hista ha caído, pero su imagen positiva sigue siendo alta, un 46,5% –según datos de un sondeo de principios de mayo de la consultora Synopsis–, a pesar de que el horizonte social es oscuro: ya se han empezado a aplicar recortes –especialme­nte en las pensiones–, se han producido miles de despidos públicos, se prevé el cierre de decenas de organismos estatales, se ha paralizado la obra pública, la pobreza crece –ya alcanza casi al 60% de los argentinos– y la inflación anual, aunque desciende levemente, se sitúa en el 288%. El resultado del recorte es que Argentina logró el superávit fiscal durante el primer trimestre, dato macroeconó­mico que no se daba desde el 2008.

Aunque también tiene una imagen negativa del 46,4%, el alto apoyo a Milei se explica porque el libertario está logrando mantener ese discurso polarizado­r que sitúa enfrente al peronismo y al kirchneris­mo, encarnado por los expresiden­tes Cristina Fernández y Alberto Fernández, como origen de todos los males de Argentina.

Osea, los argentinos aún piensan que el líder anarcocapi­talista puede obrar el milagro de sacar al país del pozo, como prueba que la misma encuesta indica una cifra al alza: el 52,2% de los ciudadanos cree que la situación económica habrá mejorado dentro de un aòo. ●

El paro sindical no afecta a Milei, que a pesar de los recortes mantiene un alto apoyo del 46,5%

 ?? Juan Ignacio Roncoroni / EFE ?? Una imagen aérea del Obelisco de Buenos Aires, la mañana de ayer, rodeado inusualmen­te a esa hora de muy pocos vehículos
Juan Ignacio Roncoroni / EFE Una imagen aérea del Obelisco de Buenos Aires, la mañana de ayer, rodeado inusualmen­te a esa hora de muy pocos vehículos

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