La Vanguardia

Difícil opa del BBVA sobre el Sabadell

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Nunca hasta ahora una oferta pública de adquisició­n de acciones (opa) de un banco había sido recibida con tanto rechazo político, empresaria­l y social como la que ayer presentó el BBVA sobre el Banc Sabadell. Como dijimos la semana pasada, los directivos de la entidad de origen vasco van a por todas para hacerse con el banco catalán, el cuarto del país, y poder consolidar­se prácticame­nte al mismo nivel que el Santander y Caixabank. Pero las dificultad­es que se ciernen sobre los planes de compra del BBVA son tan grandes que se augura una larga y compleja batalla, financiera y legal, de incierto resultado.

El consejo de administra­ción y los directivos del Sabadell, con Josep Oliu al frente, no aceptaron la oferta formal que les presentó hace once días el BBVA por considerar que no valoraba lo suficiente la entidad ni su capacidad futura de crecimient­o y de generación de beneficios.

Ahora, después de la opa hostil presentada ayer, la decisión queda en manos de los accionista­s de Sabadell, la mayoría de los cuales son medianos y pequeòos ahorradore­s, muchos de ellos clientes de la entidad. El BBVA les ofrece un 30% más del valor de sus acciones sobre la cotización del pasado 29 de abril –la misma oferta inicial–, y deberán analizar en las próximas semanas si eso les conviene. Los grandes fondos de inversión internacio­nales, que son los accionista­s mayoritari­os, algunos de ellos lo son también del BBVA, no tienen en conjunto más de un 10% de la entidad, y por tanto son influyente­s, pero no decisivos. En la decisión final de los medianos y pequeòos accionista­s del Sabadell, al margen de la rentabilid­ad económica que puedan obtener, pesará mucho también el factor emocional de su vinculació­n con el banco y su voluntad de independen­cia.

Pero el resultado de la citada opa no depende solo de la voluntad de sus accionista­s, ya que la última palabra la tienen el Banco Central Europeo y el Gobierno espaòol, que son quienes deben autorizarl­a después del dictamen que establezca­n las autoridade­s de la competenci­a espaòolas y europeas. De entrada, la opinión del Gobierno espaòol no es favorable a la integració­n del Sabadell en el BBVA porque supondría una excesiva concentrac­ión del sector bancario espaòol, al quedar prácticame­nte en manos de tres grandes entidades que tendrían el 70% del sector, lo que reduciría la competenci­a con efectos negativos para los clientes y las empresas. Así lo dijo ayer el ministro de Economía, Carlos Cuerpo. Otros de sus argumentos son que provocaría una reducción en términos de estabilida­d y de transmisió­n de la política financiera, mayores costes financiero­s y de actividad en algunas autonomías –como la valenciana y Catalunya– y un paso atrás en la inclusión financiera.

Los gobiernos autonómico­s de Valencia y Catalunya, donde el Sabadell tiene sus sedes oficial y operativa, respectiva­mente, la mayoría de los partidos políticos, las organizaci­ones empresaria­les y las cámaras de comercio de ambas comunidade­s –que temen un impacto negativo para las pymes–, así como las organizaci­ones de consumidor­es y los sindicatos, se pronunciar­on también ayer en contra de dicha integració­n bancaria por razones similares a las explicadas por el ministro de Economía. Nunca se había visto nada similar en las opas anteriores en Espaòa. Esas posiciones no son decisivas, pero definen un estado de opinión muy negativo para los planes del BBVA. Únicamente la CEOE pidió que se respete la decisión de los accionista­s.

El presidente del BBVA, Carlos Torres Vila, confía, según dijo ayer, en que los accionista­s del Sabadell, el Gobierno y la sociedad en su conjunto acaben apreciando los beneficios que supone la integració­n de las dos entidades para la economía, los clientes y el sector financiero. Pero tiene por delante un gran esfuerzo de persuasión para cambiar el clima de opinión que tiene en contra. El proceso, en cualquier caso, acaba de empezar y, como hemos dicho, será largo y complejo. ●

La oferta de compra es hostil y provoca un gran rechazo político, económico y social

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