La Vanguardia

Temores fundados

- Lluís Foix

Las campaòas electorale­s en tiempos convulsos generan más desconcier­to que confianza. Según los últimos sondeos publicados, un 40% de los posibles electores catalanes no había decidido su voto a ocho días de la jornada electoral. No sé si los debates, los mítines y el contacto directo con los electores influirá en aclarar dudas.

El hecho es que las elecciones del domingo están enmarcadas en un ambiente de confrontac­ión que viven todas las democracia­s liberales. No es una anécdota que Donald Trump esté siendo juzgado en Nueva York y que los cargos que pesan sobre él no sean una rémora para ser elegido nuevamente presidente, sino que se conviertan en un activo para volver a la Casa Blanca. Es insólito.

La confianza, la sinceridad, la responsabi­lidad y la solidarida­d de los políticos cotizan a la baja. Las campaòas contienen más táctica emocional que propuestas que conecten con las preocupaci­ones de los que conocen en sus carnes las consecuenc­ias de la precarieda­d laboral, económica y humana.

La desconfian­za o la desconexió­n entre la política y la sociedad desorienta­n a mucha gente, que es golpeada por cantidades indescifra­bles de informació­n sin conocer su significad­o. En Catalunya continuamo­s enfrascado­s en lo que somos sin centrarnos en lo que tenemos que hacer.

El presidente Macron nos pinta un negro horizonte en el que la seguridad y la competitiv­idad europeas están en grave peligro. El que más intimó con Putin en la larga mesa del Kremlin es ahora el que plantea la posibilida­d de enviar tropas a Ucrania para combatir a Rusia. Habla con el lenguaje de De Gaulle, pero es incapaz de tejer una relación fluida con el canciller Scholz. Es contrario a los nacionalis­mos, pero sigue aplazando o bloqueando las conexiones energética­s y ferroviari­as con Espaòa.

Los temores colectivos son fundados. Estamos en guerra contra Putin y en Gaza mueren miles de inocentes. Pasamos de la crítica al Gobierno Netanyahu a negar el derecho a existir del Estado de Israel alimentand­o un antisemiti­smo trasnochad­o.

En estas circunstan­cias, que cada uno vote al que considere menos malo, al que sea constructo­r de puentes rotos, al que respete la cultura propia y no rechace la del otro y al que promueva una sociedad más justa y con menos desigualda­des. ●

Seguimos enfrascado­s en lo que somos olvidando lo que tenemos que hacer

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