La Vanguardia

El proyecto continúa... por ahora

- ANÁLISIS Luis Buxeres

Un varapalo de los que hacen época. El Barça no perdió el miércoles ninguna final, pero ceder en el Palau un quinto partido de unos playoffs de Euroliga se podría equiparar a cualquier otro cataclismo, de esos a los que este club tiene acostumbra­dos a sus socios y seguidores en casi todos sus ámbitos. Pocas resacas se han vivido en el Palau como la de ayer, el día después de caer ante el Olympiacos y bajar el telón de la temporada en la Euroliga. No hubo actividad en el pabellón barcelonis­ta, más bien una jornada de reflexión y descanso (físico y mental) para los jugadores tras disputar siete partidos en dos semanas.

Donde no se detiene la actividad es en los despachos, en los que aún reina cierta calma a pesar de que el nuevo e ilusionant­e proyecto del baloncesto no está acabando de cuajar. La confianza en Roger Grimau, tanto por parte de Juan Carlos Navarro, mánager de la sección, como de la directiva, sigue intacta y nadie quiere precipitar­se. “Las notas, a final de curso”, es el lema repetido. Lo que traducido viene a decir que lo que suceda en los playoffs de la Liga Endesa determinar­á el futuro del banquillo azulgrana y de unos cuantos jugadores.

El Barça ya sabe que, si es capaz de superar la primera ronda, todo apunta a que le tocará disputar las semifinale­s de la Liga y, en su caso, la final, con el factor pista en contra, un escenario que complica aún más el tramo final y ante el que nadie quiere mover un dedo antes de ver cómo reacciona el equipo de Grimau tras la decepción ante el Olympiacos.

La serie frente a los griegos ha confirmado la irregulari­dad que ha venido luciendo el equipo azulgrana toda la temporada, capaz de lo mejor y de lo peor. En situación crítica, el Barça sacó todo su carácter en el tercer partido para conquistar El Pireo, pero, dos días más tarde, lo tiraba todo por la borda sucumbiend­o de la peor de las maneras y, quién sabe, si poniendo los cimientos para su eliminació­n en el quinto partido.

Estas luces y sombras se extienden tanto al banquillo como al parquet. Segurament­e, la inexperien­cia de Grimau le ha jugado más de una mala pasada durante el curso, pero los jugadores han estado siempre a gusto con su estilo, menos invasivo que el de su predecesor, Saras Jasikevici­us. Aunque el técnico aún tiene lunares que erradicar. Jabari Parker, por ejemplo, ha mejorado mucho su rendimient­o, pero sigue siendo un verso libre respecto al resto de sus compañeros. La llegada de Ricky Rubio obligó a Grimau a alterar su rotación, pero el de El Masnou sigue sin tener el peso esperado. Si eso es mérito o demérito del jugador o del entrenador es un misterio irresolubl­e. Hay casos menos trascenden­tes, pero igualmente llamati

Lo que pase en la Liga determinar­á el futuro de Grimau y de muchos jugadores tras el varapalo europeo

vos, como los de Joel Parra, por el que el club desembolsó un millón de euros en verano y que se queda fuera de las convocator­ias de los partidos importante­s día sí día también, o el de Darío Brizuela, uno de los jugadores más desequilib­rantes de la plantilla, que se quedó sin jugar el miércoles.

Alzando la vista, la figura de Navarro también quedó tocada con la eliminació­n europea. El equipo lleva su firma, y si en la Liga no se afina el tiro, literal y metafórica­mente, las miradas también se dirigirán hacia él.

Los males del Palau acaban ahí. Los de Barça van mucho más allá. Harina de otro costal. ●

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Àlex Garcia Roger Grimau da instruccio­nes a sus hombres durante el quinto partido de los playoffs
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