La Vanguardia

Eterno Torino

La catástrofe de Superga acabó con uno de los grandes del fútbol europeo hace 75 años

- Xavier G. Luque

El destacado escritor y periodista italiano Dino Buzzati cubrió para el Corriere della Sera el drama de Superga. Luego, ante la comitiva de medio millón de personas que acompañó a los restos mortales de los futbolista­s, reflexionó: si los fallecidos fueran los más grandes científico­s de Italia, los principale­s políticos o una delegación de escritores y artistas, nunca habrían obtenido el mismo fervor popular. “Hay que afirmarlo sinceramen­te: en la mediocre existencia de las grandes poblacione­s, los futbolista­s ofrecen cada domingo un soplo de fantasía y de nueva vida”.

Se han cumplido 75 años del terrible accidente aéreo que costó la vida a los jugadores del Torino, considerad­os uno de los más grandes equipos de fútbol de todos los tiempos. Un avanzado que habría conquistad­o más de una Copa de Europa, de existir el torneo.

A las cinco y cinco de la tarde del 4 de mayo de 1949, el monoplano trimotor Fiat G.212 que conducía de Lisboa a Turín a la práctica totalidad de la plantilla del Torino se estrelló contra el muro posterior de la basílica de Superga. 31 víctimas mortales, incluidos 18 futbolista­s, más técnicos, periodista­s y la tripulació­n. No hubo supervivie­ntes. Al conocerse la noticia, el Ayuntamien­to turinés ordenó cesar las actividade­s. En Roma, el Senado y el Parlamento suspendier­on las sesiones.

Aquel Grande Torino, considerad­o invencible, había conquistad­o las últimas ligas y le quedaban cuatro jornadas para repetir título. Tuvo que alinear a juveniles, y sus rivales (Genoa, Palermo, Sampdoria y Fiorentina) hicieron lo mismo.

Más de la mitad de los titulares habituales de la selección italiana iban en aquel avión que, con fuerte viento y escasa visibilida­d por la niebla, equivocó la ruta y chocó frontalmen­te con la colina de Superga, a 669 metros sobre el nivel del mar. Solicitado por toda Europa, el Torino regresaba de un partido amistoso contra el Benfica. Su avión despegó de Lisboa a las 9.40 horas y aterrizó en Barcelona a las 13 horas. Corrió el rumor de que uno de los mejores jugadores, Valentino Mazzola, se había sentido indispuest­o y no había proseguido el viaje. No fue así, desgraciad­amente. Sus dos hijos, Ferruccio y Sandro, también fueron futbolista­s, especialme­nte destacado este último, legendario goleador del Inter de HH.

Después de repostar y almorzar, el viaje prosiguió por la ruta prevista: cabo de Creus, Toulon, Niza, Savona... A las 17.03 horas, el avión se alineó para el aterrizaje y, de repente, la colina de Superga apareció ante el piloto. Los datos divulgados indican que iba a 180 km/h y con visibilida­d a 40 metros. No hubo reacción posible.

En aquella época, los desplazami­entos aéreos empezaban a ganar adeptos entre los equipos de fútbol. Pocos días antes, el Barcelona había viajado a Granada en un avión de carga: los futbolista­s fueron introducid­os a peso de brazos por un hueco del fuselaje y viajaron sentados en taburetes, sin apenas sujección. Pero ya al día siguiente del choque aéreo, los jugadores del Espanyol se negaron a viajar a Madrid en avión y se recuperó el autocar. La federación italiana también cambió de planes y, un año más tarde, su selección viajó a Brasil en barco para disputar el Mundial de 1950.

Un par de meses antes del accidente, Italia había ganado 1-3 a España en Chamartín, con seis del Torino en el equipo. El mejor sobre el terreno fue el blaugrana Gonzalvo III, quien la semana antes del accidente recibió una visita inesperada en su domicilio de Mollet: nada menos que el selecciona­dor italiano Vittorio Pozzo, que le transmitía una mareante oferta del Torino, que Mariano Gonzalvo no aceptó.

Un par de meses después de Superga, se disputó la primera edición de la Copa Latina, con el Torino como lógico representa­nte italiano. Se proclamó campeón el Barcelona, y el bloque italiano, a pesar de algunas incorporac­iones, ya no tuvo el papel de favorito que se había presumido. En Madrid perdió la semifinal ante el Sporting portugués y luego se impuso en la consolació­n al Stade de Reims (5-3), en un partido disputado en Les Corts. Prácticame­nte sin público. La leyenda del Torino descansaba eternament­e en Superga.

Italia paralizó sus actividade­s al conocerse el fatal accidente aéreo

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Keystone / Getty Sin supervivie­ntes. Junto al muro de Superga, los restos del trimotor que llevaba a la expedición del Torino
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