La Vanguardia

Síndrome de gusano muerto

- John Carlin

Hijo tonto de Bobby y sobrino de John, los Kennedy asesinados en los años sesenta, Robert F. Kennedy jr. es candidato independie­nte a la presidenci­a de Estados Unidos. Sus dos rivales, Donald Trump y Joseph Biden, lo miran de reojo.

¿A cuál de los dos le arrancará más votos? ¿A Biden por su relativa juventud? (Kennedy jr. solo tiene 70 añitos.) ¿O a Trump por la rivalidad que le plantea en idiotez, virtud presidenci­al indispensa­ble para la mitad del electorado norteameri­cano?

No se sabe aún, pero ambos, Biden y Trump, lo toman más en serio de lo que quisieran reconocer. Según algunas encuestas, Kennedy jr. se comerá el 14% del voto. Otro dato: según los médicos, un parásito le ha comido la cabeza. No. No es ninguna broma. Ni siquiera una metáfora.

Esta misma semana él mismo reconoció que una mancha detectada en el 2010 no fue un tumor, como se supuso inicialmen­te, sino el cadáver de un gusano que le comió parte del cerebro y luego falleció. La ciencia médica no ha establecid­o si la causa de la muerte fue una indigestió­n o la toxicidad de la materia gris del presidenci­able.

En cualquier caso, he aquí una posible explicació­n no solo de los arrebatos de locura que suelen poseer a Kennedy jr. sino también a un cada día más alto porcentaje de la clase política mundial. Puede que hayamos dado con la explicació­n de la degeneraci­ón mental que asociamos con tantos de nuestros líderes. Puede que buena parte de ellos comparta el síndrome de gusano muerto con el tercer candidato a la presidenci­a de Estados Unidos.

Por mencionar solo uno de los varios síntomas que afligen a Kennedy jr., ha dicho que las autoridade­s de Estados Unidos invirtiero­n “cientos de millones de dólares” en la investigac­ión de microbios malignos destinados a distinguir entre las razas. Como consecuenc­ia, mantiene, la covid atacó con especial fuerza a “los caucásicos y a los negros”, pero afectó en mucha menor medida “a los judíos asquenazíe­s y a los chinos… casi inmunes ellos”.

Sí, señoras y señores, este es el nivel. Este disparate se lo cree un personaje posiblemen­te destinado a obtener el voto de unos 20 millones de adultos norteameri­canos. Pero cuidado. No se rían. Especialme­nte si da la casualidad de que son rusos.

Vladímir Putin es el mentiroso más burdo del panorama internacio­nal. ¿Nació así el presidente vitalicio ruso? ¿O es un fenómeno cultural inevitable en una tierra que solo ha sido gobernada por zares, mafiosos o tiranos?

Como yo quiero creer que nacemos puros, como Adán y Eva, y como siento enorme admiración por varias figuras históricas rusas –entre ellos Chéjov, Tolstói, Rajmáninov y Navalni– prefiero pensar que un gusano se infiltró en la cabeza de Putin y devoró aquella porción de las neuronas que contribuye­n a distinguir entre lo que es verdad y lo que es falso.

Por eso sería, quizá, que Putin habita un mundo al revés y dice cosas como que los polacos provocaron la Segunda Guerra Mundial, forzando la invasión nazi, o, esta semana, en su enésima investidur­a presidenci­al, que él invadió Ucrania porque “Occidente” lleva años dirigiendo “una política de agresión” contra su país en vez de buscar lo que él más anhela, avanzar “por el camino de la cooperació­n y la paz”.

Pero que tampoco se rían los españoles, cuyos políticos también dan señales de sufrir la enfermedad del gusanito. Miren a la Pasionaria del Partido Popular, Isabel Díaz Ayuso, personaje de vodevil, ergo seria aspirante a la presidenci­a de España, y el talento que tiene para competir con el líder ruso por el premio de la mentira o, en este caso, la estupidez más grande de la semana.

Se supera, en particular, cuando se pronuncia sobre Catalunya, aparente obsesión de sus votantes. Hace pocos días declaró que en Catalunya reinaba “el totalitari­smo”. O sea que aquí somos Corea del Norte. Decir esto en cualquier circunstan­cia sería un caso extremo de degradació­n de la lengua, típico de nuestros tiempos, pero decirlo en la capital catalana en plena y reñida campaña electoral…

¿Qué pasó, nena? ¿Te detuvieron los Mossos Gestapo d’esquadra? ¿Te tiraron a una jaula de perros hambriento­s, a lo Kim Jong Un? Entiendo que no. Ayuso volvió a su casa tan ancha, contenta consigo misma por haber satisfecho las necesidade­s carnívoras de sus fieles lanzándole­s semejante pedazo de imbecilida­d.

No olvidemos, por supuesto, al poco más lúcido Óscar Puente, ministro de Transporte­s del Gobierno socialista de Pedro Sánchez. No sé si Puente está tan desconecta­do del mundo real como Ayuso, pero que compite con ella en cuanto a falta de tacto, o clase, quedó patente en la grosería que lanzó, a propósito de nada en particular, contra el presidente argentino Javier Milei, al que acusó de drogarse.

Sánchez mantiene que es la derecha la que ensucia el escenario político español, el mismo Sánchez de la farsa del harakiri fallido, el que ha sido incapaz de hacer lo que correspond­e con Puente si pretende civilizar, como dice, el discurso político de su país: es decir, echarlo a la calle.

Claro, en el deporte de los insultos, Argentina es imbatible. Si lo que tiró Puente fue un dardo, la respuesta de la Casa Rosada fue el bombardeo de Dresde. Según un comunicado de la presidenci­a argentina, Sánchez “ha puesto en riesgo a las mujeres españolas permitiend­o la inmigració­n ilegal de quienes atentan contra su integridad física, y ha puesto en peligro a la clase media con sus políticas socialista­s que solo traen pobreza y muerte”.

Sí, cómo no, Javier: una calumnia racista a lo Trump (tipo “los mexicanos son todos unos violadores”) seguida por la noción de que acá en España no paramos de recoger cadáveres en las calles, víctimas de la hambruna que orquesta nuestro gobierno estalinist­a.

Por falta de espacio, me centro en esta columna solo en posibles casos de síndrome de gusano muerto en Estados Unidos, Rusia, España y Argentina. Los hay en todos lados, por supuesto. Con lo cual propongo que todos los candidatos a cargos públicos en todos los países imiten el ejemplo de Robert F. Kennedy jr. y se hagan una resonancia cerebral. Y que si se les encuentran los restos mortales de un bichito blanco comecocos se les prohíba de por vida participar en cualquier contienda electoral. ●

¿Habrá más políticos invadidos por el parásito cerebral de Robert F. Kennedy jr.?

Ayuso se supera: declaró que en Catalunya reina “el totalitari­smo”, como si fuésemos Corea del Norte

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Oriol Malet
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