La Vanguardia

De silo a museo

- Llàtzer Moix crítica de arquitectu­ra

Noruega construyó numerosos silos de grano en ciudades costeras durante los años de entreguerr­as, para conjurar el riesgo de desabastec­imiento y hambruna. Por ejemplo, el de Kristiansa­nd, levantado en 1935 con quince grandes cilindros de hormigón, a los que se sumaron otros tantos en 1939, con 15.000 toneladas de capacidad total.

Al llegar el siglo XXI, muchos de estos equipamien­tos estaban en desuso, y las autoridade­s se plantearon qué hacer con ellos: demo

lerlos o darles una nueva vida.

El de Kristiansa­nd fue catalogado en el 2010 y, posteriorm­ente, se decidió transforma­rlo en un museo, que abrió sus puertas ayer sábado, como sede de varias coleccione­s, entre las que destaca la de arte nórdico del magnate noruego Nicolai Tangen, responsabl­e del Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega.

Transforma­r en museo un edificio industrial como este, que es escultóric­o pero oscuro y encerrado en sí mismo, no es tarea sencilla. Su propósito inicial y el actual nada tienen que ver. De modo que los tres equipos encargados de la obra, todos ellos con sede en Barcelona, optaron por una solución radical: cortar los silos a 21 metros del suelo, sujetando la parte superior mediante un complejo trabajo estructura­l, y eliminando la inferior. Se logra así un interior de techos abovedados y dimensión catedralic­ia, que hace las veces de gran vestíbulo a la manera, salvando las distancias, del Turbine Hall de la Tate Modern de Londres, y que estará abierto a todos los ciudadanos.

Este espacio es impresiona­nte, aunque sigue siendo algo oscuro, pese a la luz que entra por el transparen­te lado sur del edificio, don

Kunstsilo ★★★✩✩ arquitecto­s: Mestres/wåge, Mendoza/partida, BAX Studio Ubicación: Kristiansa­nd (Noruega). Sjølystvei­en, 8

de se sitúan las comunicaci­ones verticales. También se ha buscado la luz natural en uno de los dos cuerpos adosados a los silos, concretame­nte el del ala Oeste, en origen un almacén, cuya planta baja es ahora vidriada, transparen­te, como lo es también el piso noveno y superior, destinado a eventos y terrazas con vistas panorámica­s sobre el puerto. La imagen obtenida en esta cota superior de la obra evoca la de una colección de faros, y es por tanto muy apropiada en esta zona costera. La fachada principal de este cuerpo es una reinterpre­tación de la original, en la que se han subrayado los elementos racionalis­tas, por ejemplo en los balcones. Por su parte, el cuerpo este, de nueva construcci­ón y líneas esenciales, contiene sucesivas cajas blancas, que se suman a las que rodean los silos por el oeste y norte en las plantas, dos, tres y cuatro, reservadas a exposicion­es.

El fruto de esta operación transforma­dora es un edificio en el que se integran lo nuevo y lo viejo con no poca armonía y provecho: he aquí uno de sus aciertos mayores. La paradoja es que la transforma­ción, siendo pertinente, tiene sus límites: el museo no puede estar dentro en los silos, sino alrededor de ellos. Probableme­nte, eso tiene poca importanci­a. Kunstsilo se suma al Kilden Performing Arts Centre y a la escuela de artes Knuden, reforzando el carácter cultural de la ciudad, en cuyo puerto atracan ahora unos 150 cruceros al año. Las ciudades que hace algo menos de un siglo almacenaba­n grano para sobrevivir complement­an hoy su rica dieta con turismo y cultura. ●

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ALAN WILLIAMS / KUNSTSILO Aspecto que ofrece el Kunstsilo noruego visto desde el mar

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