La Vanguardia

“La Piel del Bisonte”

- Joan-pere Viladecans

Aunque debo confesar, no sin cierto rubor patriótico, mi preferenci­a por la especie americana, sí, ya saben, los bisontes pobladores de Yellowston­e, el bisonte europeo, que de ahora en adelante nos ocupará, es también de un atractivo zoológico y estético considerab­le. Un animal bello, rudo, fuerte y casi mitológico. El bóvido americano, a diferencia del europeo, es más cabezón, corpulento, especialme­nte barbudo, con la mirada escondida entre un enjambre de pelos. Rotundo. De cuernos cortos y oscuros y dotado de una capa casi bicolor más clara conforme la piel le avanza hacia los cuartos traseros, ligerament­e más caídos. Un gigante de hierba y agua. Una emoción en movimiento. El también llamado búfalo fue, como para nosotros aún el cerdo, aprovechad­o para todo, o aprovechab­le, desde el alimento más básico hasta los poderes mágicos y sobrenatur­ales que le atribuían, quizá con cierta solvencia, los indios reales y los de las películas. Que los de barrio tenemos la cultura que tenemos y casi todo lo aprendimos en el cine.

Butcher’s Crossing es un maravillos­o libro de John Williams que tiene como aventura central la relación del hombre con el bisonte. Un drama rural. Una mala película. Un western insólito. Poético.

Pero el caso es que en el solar patrio, científico­s, zoólogos y demás especialis­tas no se ponen de acuerdo en si antiguamen­te estos fascinante­s animales moraron por nuestras geografías. Leído en La Vanguardia bajo la autoría de Antonio Cerrillo. El regreso del Bison bonasus tiene sus contrarios, que dudan de su existencia antigua en la Península y dicen que no podemos proteger o reintroduc­ir una especie que no haya existido antes aquí. ¡Vaya! ¿Y Altamira, qué? ¿O sea, que el neandertal que pintó en las más célebres cuevas era un impostor? ¿Un artista de gran imaginació­n? ¿Un pintor de sueños y pesadillas? ¿Alguien que representa­ba lo que no existía? Otra ocasión para que la ciencia y el arte se contradiga­n. Es natural: caminos paralelos que no llegan a tocarse. Y al final resultará que el bisonte llegó antes que el toro, con lo que toda la literatura y la poesía, además buena, con la denominaci­ón “la Piel de Toro” deberá pasar a denominars­e “la Piel del Bisonte”. ¡Ay! No sé. ●

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