La Vanguardia

La diligencia catalana

- Jordi Basté

No sabíamos que había una catenaria ni que se podía robar cobre. Desconocía­mos que Renfe era una cosa y Adif otra. Lo que hace demasiados años que sabemos es que ni sabes a qué hora saldrá tu tren ni, por descontado, a qué hora llegará. Los catalanes tenemos un máster en Rodalies, un sistema de comunicaci­ón ferroviari­a cada vez más parecido al de La diligencia de John Ford. Sirven de ejemplo las tres horas y dieciocho minutos que se tarda desde Puigcerdà hasta Barcelona (118 km de distancia).

El 31 de agosto del 2010, la periodista Sandra Gómez escribió en La

Vanguardia un artículo titulado “Un año después todo sigue igual o peor en Rodalies”. Un texto que, 14 años después, no ha caducado: “Las demoras, averías, vandalismo y un sinfín de molestias siguen siendo el día a día de los usuarios de los trenes”. Lo peor eran los retrasos. Según muchos usuarios del 2010, “no es cuestión de invertir mucho dinero. Con puntualida­d, seguridad competente y un mínimo de limpieza, la percepción de los usuarios sería distinta”. Tres años antes, en el 2007, más de 500.000 personas se manifestar­on a favor del derecho a decidir sobre sus infraestru­cturas, especialme­nte por los retrasos habituales en los trenes.

Y claro, en el 2009, un grupo de periódicos catalanes, entre ellos La

Vanguardia, publicó el histórico editorial conjunto “La dignidad de Catalunya”, que hoy sigue en pie:

“Los catalanes pagan sus impuestos (sin privilegio foral); contribuye­n con su esfuerzo a la transferen­cia de rentas a la España más pobre; afrontan la internacio­nalización económica sin los cuantiosos beneficios de la capitalida­d del Estado; hablan una lengua con mayor fuelle demográfic­o que el de varios idiomas oficiales en la UE, una lengua que, en vez de ser amada, resulta sometida tantas veces a obsesivo escrutinio por parte del españolism­o oficial... Nadie que conozca Catalunya pondrá en duda que el reconocimi­ento de la identidad, la mejora del autogobier­no, la obtención de una financiaci­ón justa y un salto cualitativ­o en la gestión de las infraestru­cturas son y seguirán siendo reclamacio­nes...”.

Con los trenes empezó todo y no se ha acabado nada. Las infraestru­cturas, los trenes, los retrasos, la gente... Hace casi dos décadas que seguimos en el mismo punto, y encima, sin cobre.

Con los trenes empezó todo y todavía no se ha acabado nada

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