La Vanguardia

Verdad estructura­l y belleza

- Llàtzer Moix

En menos de un año han desapareci­do dos de los mayores proyectist­as de puentes españoles: los ingenieros de caminos, canales y puertos Jesús martínez Calzón, que murió en septiembre del 2023, y Javier manterola, nacido en pamplona en 1936 y fallecido el pasado día 11 en la localidad madrileña de Tres Cantos.

A manterola se le recordará, entre otras obras, por el esbelto, sobrio y excelente puente atirantado Fernández Casado, sobre el pantano leonés de Barrios de luna, que al completars­e en 1984, con sus 400 metros de luz, fue récord mundial en su tipología. y, quizás con mayor eco, dada su dimensión superior, su emplazamie­nto y su potencia formal, por el puente de la Constituci­ón de 1812, sobre la bahía de Cádiz, también conocido como puente de la pepa. inaugurado en el 2015, dicho arco atirantado fue, con sus 510 metros de luz, el mayor de España y uno de los mayores de Europa. Son dos obras descollant­es de la ingeniería civil en nuestro país, que se inscriben en una lista de más de doscientos proyectos firmados por manterola a lo largo de medio siglo largo de trayectori­a, entre ellos el puente de andalucía (en Córdoba), el de las delicias (en Sevilla), la rotonda de Zizur (en navarra) o, en Catalunya, el príncipe de Viana (en lleida). y, también, estadios de fútbol, edificios de altura, estaciones, etcétera.

Titulado en la Escuela Superior de ingenieros de madrid en 1962, manterola cofundó en 1964, con su maestro Carlos Fernández Casado y con el hijo de este, leonardo Fernández Troyano, la firma CFCSL, en la que desarrolló el grueso de su carrera, en paralelo a su labor como catedrátic­o en la escuela donde se formó.

Manterola colaboró con grandes figuras de la arquitectu­ra española, como Francisco Sáenz de oiza o rafael moneo. pero se mostró crítico con otros arquitecto­s que, al diseñar un puente, primaban ante todo la forma. “para los ingenieros –dejó escrito en uno de sus varios libros de reflexión profesiona­l–, la austeridad de las formas, la economía de medios, el ‘menos es más’, configuran una ética a la que atenerse”.

No por ello dejó manterola de buscar la mejor resolución plástica en sus puentes, sin traicionar jamás lo que él llamaba “la verdad estructura­l”, es decir, la neta expresión de la lógica del puente, siendo siempre un firme creyente en la posibilida­d de aunar en sus obras la dimensión técnica y la estética. “no se tardará mucho en descubrir la formidable belleza de los puentes, las presas, las carreteras”, vaticinó.

Catedrátic­o, ensayista ( El puente de hierro, El oficio de ingeniero, La obra de ingeniería como obra de arte…), hombre de vasta formación humanístic­a, proyectist­a multipremi­ado y académico de San Fernando, Javier manterola ha sido también un intrépido y optimista investigad­or en su terreno profesiona­l, muy bien dispuesto a afrontar los proyectos que suponían ir más allá de lo conocido y a asumir riesgos. “En esta profesión –me dijo hace unos años– nos atrae el reto, el camino inexplorad­o y el deseo de hacer lo que todavía ignoramos que podemos hacer, basándonos en el conocimien­to y en nosotros mismos”. Toda una filosofía vital, apta para cualquier cometido.

Autor del puente de la Pepa, en Cádiz, el de las Delicias, en Sevilla, o el Príncipe de Viana, en Lleida

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