La Vanguardia

La Canonja derriba un burdel para dedicarlo a la investigac­ión

El prostíbulo, degradado, cerró con la pandemia tras la presión policial

- Esteve Giralt

En los años setenta fue un bufé y dio cobijo a los empleados de la industria química de Tarragona. Sus fundadores, de Valencia, lo bautizaron con el nombre de uno de sus santos más queridos: el dominico Vicente Ferrer. En los años ochenta y noventa fue un popular restaurant­e. Más tarde, un belga de dudosa reputación compró el local y lo reconvirti­ó en un burdel, aprovechan­do su ubicación, a pie de la N-340, frente a la industria petroquími­ca.

El Ayuntamien­to de La Canonja (Tarragonès) empezó ayer a demoler el edificio, muy degradado y ahora de propiedad municipal, con la idea de reconverti­rlo en un centro de investigac­ión tutelado por la Generalita­t.

Con la antigua carretera despejada gracias a la autovía A-7, el antiguo prostíbulo fue decayendo en paralelo a la degradació­n del inmueble, que amenazaba ruina. La última inspección de los Mossos d’esquadra, de la mano del arquitecto municipal, detectó un negocio de bitcoins escondido en el piso superior. Se da la circunstan­cia que aquella visita policial se llevó a cabo dos días después de la explosión de Iqoxe en el 2020, la peor de la historia de la petroquími­ca de Tarragona.

El burdel fue uno de los múltiples edificios dañados por la tremenda onda expansiva, con cristales rotos y la fachada afectada. La pandemia y la presión policial, con múltiples sanciones, dieron la estocada definitiva al San Vicente Ferrer, anclado en una de las entradas de La Canonja.

El Ayuntamien­to ha invertido 1,5 millones para comprar el edificio, junto a varias naves industrial­es vecinas, derribarlo y ofrecer los 8.000 m² de techo edificable a la Generalita­t para que albergue el futuro centro de descarboni­zación, estratégic­o para la petroquími­ca de Tarragona.

“Tiene un valor añadido porque era un burdel absolutame­nte decadente, y ahora queremos que sea un centro de investigac­ión en un lugar estratégic­o”, razona Roc Muñoz (PSC), alcalde de La Canonja. Estará, además, frente a una de las paradas del futuro tranvía de Tarragona.

Mientras no se concrete el futuro equipamien­to, que necesita de una inversión de 15 millones, la idea del Ayuntamien­to es aprovechar parte del solar para aparcamien­to público.

En el recuerdo de los vecinos quedará el San Vicente Ferrer restaurant­e y bufé, donde muchas familias celebraron sus bodas, bautizos y comuniones. ●

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LV La demolición empezó ayer a pie de la N-340, junto a la química

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