Aragón rinde honores a Leonor
La Princesa asegura: “Esta tierra siempre formará parte de mi vida”
Con una buena dosis de emoción y cariño, la princesa Leonor protagonizó ayer el acto institucional en solitario de mayor calado tras su mayoría de edad. Fue en Zaragoza, donde en solo cinco semanas dirá adiós a la Academia General Militar (AGM) del Ejército de Tierra, en la que inició su formación castrense de tres años el pasado verano. Ante su inminente partida, la heredera recibió las máximas distinciones de las principales instituciones de Aragón y su capital, un homenaje que ella agradeció por haberla hecho sentir durante su estancia “una maña más”.
Desde el altar mayor de la catedral de La Seo, donde los reyes de la Corona de Aragón juraban los fueros, doña Leonor recordó que el pasado agosto llegó a Zaragoza “con ilusión y ganas de aprender” y que, pasado el curso, el balance es muy positivo y “supera con creces” las expectativas. “Me he sentido en casa, acogida y acompañada en una tierra que siempre formará parte de mi vida”, apuntó.
En estos más de nueve meses, la princesa de Asturias se ha forjado como cadete y descubierto la “exigencia académica, intelectual y física” que eso requiere, lo que le hace apreciar “aún más” al Ejército de Tierra y las fuerzas armadas. Pero el tiempo vuela, y está previsto que la princesa, tras los últimos exámenes y maniobras militares pendientes, se marche el 3 de julio de Zaragoza con el despacho de alférez en el petate antes de ingresar en agosto en la Academia de la Armada en Marín (Pontevedra). “Hemos superado momentos que requerían esfuerzo y un gran trabajo de equipo, con los que hemos disfrutado y sufrido juntos”. Y, sobre todo, “aquí hemos aprendido mucho”, reconoció.
Sus palabras ponían el broche final a una jornada en la que recibió el homenaje de la ciudadanía y las instituciones aragonesas, que le hicieron entrega de sus máximas distinciones en una intensa jornada por los lugares más emblemáticos de la ciudad.
El día arrancó en el palacio de la Aljafería, edificio mudéjar que ejerce de sede de las Cortes de Aragón, adonde llegó vestida con el uniforme de cadete de segundo curso de la AGM (traje de pantalón y chaqueta de color caqui con camisa blanca, cordones dorados y corbata negra). Allí, la presidenta de la institución, Marta Fernández (Vox), le hizo entrega en el patio de Santa Isabel de la medalla de las Cortes como muestra del “cariño y reconocimiento” del pueblo aragonés y “recuerdo imperecedero de un periodo relevante” de su vida en esta comunidad.
Antes de firmar el libro de oro en el salón del Trono, se fotografió con las autoridades presentes, incluidos el presidente aragonés, Jorge Azcón; la ministra de Defensa, Margarita Robles; o el delegado del Gobierno, Fernando Beltrán. También figuraban todos los diputados autonómicos a excepción de los representantes de Chunta Aragonesista, Podemos e IU, que catalogaron el acto de “vasallaje”.
El segundo reconocimiento tuvo lugar en el Ayuntamiento, donde recogió el título de hija adoptiva de manos de la alcaldesa, Natalia Chueca (PP). A la salida, en la plaza del Pilar, la heredera se aproximó a saludar a las decenas de curiosos que la aguardaban para mostrarle su aprecio y recorrió a pie los 200 metros que la conducían hasta la plaza de La Seo del Salvador, donde fue recibida por el presidente Azcón y varios expresidentes más.
Ya en el interior, ante 350 invitados, recibió de manos del líder regional la medalla de Aragón, máxima distinción de la comunidad, a lo que la princesa respondió agradeciendo que le hayan hecho sentir “una aragonesa más”. La jornada concluyó con un cóctel en el Museo Alma Mater, desde el que la princesa puso rumbo a la AGM en coche oficial.
Con estos actos, la princesa de Girona sigue la estela de su padre, el rey Felipe VI, que también se formó en la academia zaragozana y recibió estas tres distinciones entre 1986 y 1989, momento en el que finalizó su formación castrense. ●
La heredera dice que estos meses han superado sus expectativas y se siente “una maña más”