“El Dalái Lama se largó sin pagar del hotel Arts”
Tengo 83 años. Soy barcelonés y he vivido en veinte países. He sido director de hotel (16 hoteles). Estoy casado con la doctora Marta González Corró. Tengo tres hijas: Natalia (50), Alejandra (46) y Sarai (23), y cuatro nietos. ¿Política? Más equidad y humildad. ¿Creencias? Estoy en ello
Me cita en el hotel Arts... Cumplo 30 años de inaugurarlo como director. ¿Nostalgia? Seis años magníficos coronaron mi vida como director de hoteles, en el año 2000.
Un director de hotel, ¿qué hace? Logra que el cliente repita. Cada día te preguntas: “¿Qué haré hoy para que mi cliente mejore su experiencia?”.
Un ejemplo.
Una familia salía del hotel y llegaba justa al avión... ¡y habían extraviado el osito de peluche del niño!
Ay.
No aparecía. Partieron sin osito. Ya en el avión... el niño vio en su asiento ¡su osito!
¡Milagro! ¿Cómo lo hizo? Encontramos el osito. Un motorista lo llevó. Moví mis hilos. ¡Y esa familia ha vuelto siempre al hotel, claro!
¿Cuántos años fue director de hotel? Durante 47 años, de los 30 a los 77 años.
¿Cuántos hoteles dirigió?
Dieciséis. Dieciséis cambios de casa.
Y su favorito fue...
El Ritz Carlton Cancún: 600 empleados y 365 clientes.
¿Recuerda su primer hotel?
Como director, el Princess (isla Free Port, Bahamas, 1972). Como recepcionista debuté en 1959: hotel Palace, Lausana.
¿Cómo llegó allí?
Con 17 años pedí a mi padre mi emancipación: la firma paterna era imprescindible para viajar al extranjero.
¿Dónde quería viajar usted?
Quería salir de Barcelona a Europa, me daba igual el país.
¿Para hacer qué?
Para vivir mi vida y buscar mi futuro.
¿Qué dijo papá?
En la cena de despedida me dijo: “Lluís, tienes algo que puede beneficiarte o perjudicarte: eres guapo”.
¿Exageraba?
Me ofrecieron hacer de mí mismo en la película de James Bond Golfdinger: yo dirigía el hotel de Nassau (Bahamas) y decliné por discreción. ¡Hoy me arrepiento!
¿A qué se dedicaba su padre? Farmacéutico. El padre de mi padre inventó la goma de borrar Milán.
¡Mis respetos!
Mi madre lloró en el andén al verme partir en tren, con dinero para tres meses.
¿Qué plan tenía?
¡Antes muerto que volver!
¡A trabajar!
En Lausana (Suiza) me alojé en una pensión. Devoré con mis cinco sentidos ¡todo! Ya casi arruinado, un colega de pensión me animó a preguntar en el hotel Palace. Entré como aprendiz de recepcionista.
¿Qué aprendió?
Lo básico que es tener buenos compañeros de equipo. Fueron dos años interesantes, con muchas anécdotas...
Cuente una.
Una noche se quejaron unos clientes por una fiesta ruidosa en la suite del rey Faruk de Egipto. “Sube y dile a su majestad que rebajen el ruido”, me ordenó el jefe.
Ay.
“¿Cuánto vale este hotel?”, me espetó el secretario del rey: “El rey compra el hotel: los quejicas, ¡que se vayan!”. Eran cinco millones de dólares de 1959.
¿Compró el hotel?
Al final no. Solo pagó las cuentas de todos los clientes.
Habrá vivido más historias.
Como la del Dalái Lama, aquí: hotel Arts.
¿Qué pasó?
Se alojó una semana de 1994, con doce personas. Pidió sábanas y cortinas de color naranja. Pero durmió en el suelo.
Muy austero.
Se fue sin pagar la cuenta.
¿Qué?
Cinco millones de pesetas.
Ay, Dalái.
Pasé factura a Casa del Tíbet y otras instituciones: ¡nadie se hizo cargo! Escribí a Richard Gere.
¡El actor y budista!
Me respondió en una gentil carta... con un cheque: Richard Gere pagó la factura.
Habrá conocido a personalidades... Michael Jackson, Julio Iglesias... Pero debo ser discreto.
¿Quién le ha impactado más?
Bill Clinton y Luciano Pavarotti.
Como hotelero: ¿cómo ve Barcelona? Tiene un futuro brillante si atrae a personas punteras en tecnologías y con dinero.
El secreto del éxito de un hotel es... Una buena ubicación, mucha hospitalidad... ¡y alma!
¿Qué consejo de oro daría a un director de hotel?
Rodéate de profesionales que aspiren a tu silla: ¡te darán alas! Si te rodeas de mediocres, serán el plomo que te hundirá.