La película anti-‘pretty woman’ de Sean Baker cautiva en el festival de Cannes
Sorrentino no convence con su homenaje a la belleza y su Nápoles natal en ‘Parthenope’
En un festival de Cannes que entra ya en su recta final y que no será recordado precisamente por ofrecer propuestas muy interesantes en su sección oficial, el nuevo trabajo de Sean Baker cayó ayer como un jarro de agua fresca en plena ola de calor. Tanto que su Anora parte ya como una firme candidata a la Palma de Oro, y su protagonista, la joven Mikey Madison, al premio a la mejor actriz por encarnar magistralmente a una anti- Pretty woman en una película políticamente incorrecta.
Y es que Baker vuelve a explorar el universo de los trabajadores sexuales tras títulos como Tangerine o Red Rocket, con la que concursó aquí en el 2021. “Hay un millón de historias sobre los trabajadores sexuales que necesitan ser contadas. Historias humanas y universales con las que cualquiera pueda identificarse a nivel emocional”, afirma el director indie estadounidense, autor de un guion que sigue a Ani, una joven stripper de Brooklyn que conoce a Ivan, el hijo caprichoso de un oligarca ruso. Tras contratar sus servicios durante una semana, en la que se hace pasar por su novia, la pareja se enamora y acaba casándose en Las Vegas, una noticia que no sentará nada bien a los padres de él y que tumba el cuento de hadas que prometía ser.
Con la intención de hablar de “las dinámicas del poder”, Baker construye una brillante comedia que destila humor, mucho sexo, y una artillería de palabrotas y peleas pese al drama que embarga a la protagonista, una mujer que busca el equilibro entre la ambición y la dignidad en un entorno de lo más caótico.
“El humor es necesario en las historias humanas, es parte de nuestras vidas. Realmente no puedo soportar una historia que no tenga sentido del humor porque no es real”, dijo el realizador en rueda de prensa, antes de añadir: “Creo que es importante reflejar lo que el sexo es hoy en esta sociedad capitalista. Es una carrera, es un trabajo y tiene que ser respetado, en mi opinión hay que des criminal izarlo y regular lo ”.
Baker escribió el guion pensando en Madison para el papel protagonista. “Fue muy sorprendente que Sean quisiera rodar conmigo”, mencionó la actriz de 25 años, conocida por su participación en la serie Better Things y el reboot de Scream. “Pude crear un personaje completamente desde cero, desde el punto de vista físico, de actitud”, señaló acerca del año que tuvo para preparar un rol que exigía numerosas escenas de sexo y que Baker tilda de “planos de sexo totalmente coreografiados”.
La otra cara de la moneda la protagonizó un Paolo Sorrentino que decepcionó –siguiendo la estela de Coppola, Schrader y Cronenberg– con Parthenope, un ejercicio de exaltación de la belleza que deslumbra a nivel visual, como es costumbre en la obra del italiano, pero está vacío de profundidad narrativa y confunde con algunas escenas enigmáticas e imágenes grotescas. El título de la película evoca a la sirena de la mitología griega que dio nombre a una ciudad situada en el lugar donde posteriormente se asentaría Nápoles. “Hay una buscada coincidencia entre el personaje y la ciudad”, comentó el director de La gran belleza, que aspira por séptima vez a la Palma de Oro con esta carta de amor a su ciudad natal, “una ciudad de la que he comprendido tarde que es extraordinaria” y en la que ha contado con la presencia de Celeste dalla Porta, una actriz prácticamente sin experiencia que exuda sensualidad.
Su historia abarca desde su nacimiento en 1950 en el seno de una familia acomodada hasta bien entrada en los setenta con el rostro de Stefania Sandrelli. Una joven cuya belleza abruma, estudia antropología –aunque siempre se cuestiona qué significa– y cuya vida discurre en plena libertad, “es espontánea y no juzga” aunque arrastra un trauma porque “vida y trauma son sinónimos”. La primera película de Sorrentino protagonizada por una mujer puede resultar precisamente muy traumatizante. ●