La Vanguardia

Ataman atormenta al Madrid

El Panathinai­kos destrona a los blancos como campeón de la Euroliga

- Luis Buxeres

El diablo Ataman vuelve a atormentar al Real Madrid. Se quedó sin duodécima el equipo blanco, coronado con grandeza en Berlín el Panathinai­kos como nuevo rey de Europa. Tres finales seguidas han alcanzado los madridista­s, y solo han conseguido alzar una vez el trofeo, el aòo pasado en Kaunas, negados en las otras dos ocasiones por el técnico turco. Primero, con el Efes, y ayer, con un Panathinai­kos que ha completado un último tramo de curso absolutame­nte imponente, desencaden­ado hacia el séptimo cetro continenta­l de su historia, el primero en trece aòos. Y mérito hay que darle a Ataman, porque el equipo del trébol campó con mucha pena y ninguna gloria el aòo pasado por la Euroliga, acabando penúltimo, y este aòo ha bebido de la gloria de la mano, también hay que resaltarlo, de fichajes como los de Nunn o Lessort, decisivos en el Uber Arena.

Fue una final preciosa, con un Madrid engrandeci­do de nuevo al inicio que fue apagándose como una vela sin cera, y un Panathinai­kos que transitó por el lado opuesto del camino, agigantado al final. 36 puntos le endosaron los blancos a los verdes en otro primer cuarto monumental, como ya hicieron en las semifinale­s ante su archirriva­l, el Olympiacos. El equipo de Chus Mateo empezó metiéndola­s desde todas las esquinas con Ndiaye como punta de lanza y ya se anticipaba una final de mucho ataque y poca defensa, como era de esperar –así lo marcan los libretos de sus técnicos–. Hubo un par de momentos clave en esos primeros diez minutos, en los que Poirier puso la primera máxima de la final (36-25). El primero fue la segunda falta de Tavares después de apenas 3m20s de batalla. Le superaría luego Nunn, el gran productor de puntos de los griegos, que cometería tres en menos de nueve minutos. La gestión desde los banquillos iba a ser clave, y la que acabó haciendo Ataman con su estrella fue impecable.

El Panathinai­kos, que llevaba semanas dando muy buenas sensacione­s, empezó a carburar en el segundo cuarto. Lessort, el mejor pívot de la competició­n, mandaba con mazo en la pintura y marcó el terreno para empezar a igualar las cosas. Un triple de Vildoza dibujó el 46-45, (m18). Quedaba mucha final por delante. Y eso que precisamen­te con el tiro exterior estaba el Madrid machacando a los griegos (8/16 al descanso), un arma que fue un boomerang y acabó yendo luego contra sus intereses.

Anotados 54 puntos en la primera mitad, se secó el Madrid en siete en el tercer cuarto, lo que permitió al Panathinai­kos empezar a coger las riendas de la final. Estaba defendiend­o mejor el equipo de Ataman, pero fue el desastre en tiro exterior del Madrid el que de verdad abrió la lucha por el titulo. Falló sus prime

Entre Sloukas, Lessort y Nunn rubricaron la remontada: 26-46 en la segunda mitad

Los pívots del Madrid se cargaron pronto de faltas, aunque la condena fue el 3/20 en triples tras el descanso

Es la segunda final en tres años que pierden los blancos, ambas ante el técnico turco (Efes y Panathinai­kos)

ros onces triples de la segunda mitad el equipo blanco, la mayoría de ellos lanzados sin oposición. Al final, en esos últimos veinte minutos acumuló un 3/20 que acabó resultando letal. Ante tal panorama, no son los equipos de Ataman de los que no se suben al tren. Un triple de Nunn daba la primera ventaja de toda la noche a los suyos (56-58, m24). El duelo se igualaba y se empezaba a parecer más a una final de las que dictan los cánones. Se resistía el Madrid a dejar escapar al Panathinai­kos, aunque sus hombres altos iban acumulando faltas y la defensa de la pintura empezaba a ser una quimera.

Habían olido peligro los griegos, que iban echando madera al motor como Groucho en Los Hermanos Marx en el Oeste. Un triple de Nunn. Otro de Grant – qué defensa la suya sobre los bajitos del Madrid–, que anotaba el 65-73. Querían escaparse casi corriendo los verdes, pero a este Madrid a orgullo no le gana nadie, y Llull acertaba con el triple al duodécimo intento, ironías de la vida, para mantener a los blancos con vida. Pero se les agotaron las fuerzas a los de Chus Mateo, y otro incombusti­ble como Sloukas, MVP de la final, mandó a sus huestes a finiquitar al enemigo con dos triples consecutiv­os que tumbaron al Madrid en la lona.

El tramo final del partido fue un recital ofensivo del Panathinai­kos, que anotaba y anotaba, triturando el marcador. Sonreían antes de tiempo en el banquillo heleno, desesperad­os y frustrados en cambio en el madridista, donde acabaron antes de tiempo Poirier y Campazzo, acusando a Lessort de flopping tras cometer su quinta falta. El 77-95 de Nunn supuso la última canasta griega y la máxima de toda la final. La fiesta en las gradas del Uber Arena, invadidas por la marea verde, era de las que hacen época. El campeón había sido destronado, atormentad­o de nuevo por Ergin Ataman, el mejor técnico del momento. ●

 ?? Fabrizio Bensch / Reuters ?? Sloukas, MVP de la final, y Ataman, artífices del título del Panathinai­kos
Fabrizio Bensch / Reuters Sloukas, MVP de la final, y Ataman, artífices del título del Panathinai­kos

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