La espera y la prisa
Para algunos siempre es Navidad, para otros nunca. Los centros comerciales ya nos ofrecen regalos y escaparates que deslumbran. Aunque, al final, lo importante es aprender a esperar. Películas como “La Terminal” (2004), donde Tom Hanks espera meses en la terminal de un aeropuerto; o “La vida es bella” (1997), donde un padre convierte un campo de concentración en un juego para su proteger a su hijo; nos recuerdan el valor profundo de la espera. De eso va este tiempo litúrgico previo a la Navidad, el adviento: de esperar, un advenimiento que está por llegar, un “alguien” (Dios hecho hombre) que atraviesa la existencia y el tiempo. Para algunos la salvación, para otros un mito.
Las familias que conviven con seres vivos, con plantas o animales, ven con claridad los signos de la espera, del paso del tiempo. Los días previos a que una planta florezca o cómo se recogen los primeros tomates de un huerto urbano. Porque no es lo mismo una salsa de tomate cocinada con tomates madurados en planta, que los conservados en el frigorífico. Películas como “Un viaje de diez metros” (2014), donde una familia india emigra a Francia y se produce el encuentro de sabores de las dos cocinas; o “Ratatouille” (2007) donde un ratón enamorado de la cocina (Remy), descoloca e ilusiona con su talento; ambas películas nos recuerdan que también la buena cocina sabe del arte de la espera. ¿Sabemos esperar?
Hoy vivimos la época de “la prisa que pisa, que nos pisotea”; una época de precipitación angustiosa, de quien busca afecto en las redes sociales, en aplicaciones de “sexo rápido”, y al mismo tiempo, se entristece cada vez más… Y si no sabemos esperar, difícil es que sepamos comunicarnos. Esta confusión existencial también afecta a la pareja, como vemos en la interesante “Suro” (2022), que forma parte de la sección oficial de ópera prima del FICAL. Brutal el baile inicial y final del film. ¿Sabemos comunicarnos?
Dicen los más sabios que lo único que hay que aprender en la vida es a “saber esperar”. Como dice el diálogo de “Érase una vez en América” (1984), con un joven Robert de Niro: - “¿Llevas mucho tiempo esperando?” A lo que responde: – “Toda la vida”.