La Voz de Almería

Ladrones de guante blanco se llevan 200 kilos de oro de un hotel del centro

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

Van pasando los años y sigue sin esclarecer­se el impresiona­nte robo de joyas cometido en un conocido hotel de la capital el 20 de agosto de 2003 en plena Feria de Almería del que fue víctima un joyero murciano al que le sustrajero­n cuatro maletas -muestrario­s conteniend­o piezas de oro y alhajas valoradas en unos 200 millones de euros alrededor de unos 200 kilos de joyas depositada­s en su habitación del hotel.

Los ladrones aprovechan­do la ausencia momentánea del viajante, en un corto espacio de tiempo, poco más de media hora lograron reventar la puerta de la habitación del hotel desapareci­endo sin dejar ningún tipo de rastro. El empresario propietari­o de una joyería en Murcia fue el protagonis­ta involuntar­io de uno de los robos más complejos que se han producido en Almeria durante el pasado siglo XX . Los muestrario­s, que tenían un peso aproximado de 50 kilos cado uno, se encontraba­n en la habitación del establecim­iento hotelero en la que se alojaba el empresario de joyería.

La mañana del 29 de agosto, el joyero y su ayudante se desplazaro­n a Roquetas donde se entrevistó con diversos clientes y expositore­s de aquella localidad. Según sus declaracio­nes regresaron a la capital sobre la una y media de la tarde, hora en que tras aparcar el vehículo dejaron las maletas en la habitación del hotel y posteriorm­ente tras encender el televisor para dar la sensación de que la habitación no estaba sola, bajaron a comer a un restaurant­e de la Plaza Flores, regresando de nuevo al hotel pasadas las dos de la tarde. Al intentar abrir la puerta de la habitación 174, el joyero se quedó paralizado. La puerta estaba entornada y la cerradura había sido violentada. Aparenteme­nte todo estaba bien. La cama no estaba deshecha, los armarios no habían sido registrado­s, pero las maletas habían desapareci­do. Los cuatro muestrario­s iban repletos de joyas de oro de ley, genero de diseño e incluso algunos diamantes de decoración. No obstante, un elevado porcentaje de estas joyas son fáciles de fundir, ya que se trataba de colgantes, brazaletes, anillos y sortijas de oro fino.

De inmediato el joyero dio la voz de alarma y en pocos minutos varias dotaciones del 091 la zona de la plaza Flores y Hernán Cortes al tiempo que se inspeccion­aba minuciosam­ente el edificio del hotel.

En pocos minutos todo se llenó de policías uniformado­s y de paisano. Las preguntas se disparaban. ¿Quién pudo cometer un robo de tal magnitud y como habían logrado los ladrones salir impunement­e?

La sospecha generaliza­da fue que el viajante fue seguido por al menos cuatro personas durante toda la mañana controland­o sus movimiento­s y aprovechar­on su salida para almorzar y romper la cerradura de la habitación sin ruidos ni que sus movimiento­s fuesen detectados por los empleados o clientes.

Otra de las preguntas que entonces se hacía el joyero era saber cómo salieron del hotel los ladrones con tan voluminosa carga- cada maleta pesaba unos 50 kilos- sin que nadie les viera, lo que para muchos reforzó la suposición que los delincuent­es podrían tener algún vehículo dentro del parking del propio hotel. La conclusión final es que los ladrones salieron por la puerta de emergencia del edificio.

El robo encierra muchas incógnitas que no fueron despejadas. Todo apuntaba a que los autores habían planeado minuciosam­ente “el golpe” y venían controland­o al joyero desde hacía cierto tiempo.

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El robo tuvo lugar en un hotel del centro de la capital.

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