¿Cómo se espera que esta nueva norma influya en un sector como el hortofrutícola intensivo?
reduce depósitos de residuos en vertederos. Disminuye el impacto ambiental de cualquier proceso al tiempo que favorece el desarrollo económico (reduce gastos de producción) y genera la creación de empleo: a través de nuevos nichos de negocio o gracias al mantenimiento/ desarrollo de sectores productivos que tienen en la economía circular uno de sus objetivos (producción de biomasa o agrocombustible a partir de compost o de residuos agrícolas, por ejemplo).
El sector agroalimentario andaluz es, si no el más, de los más importantes de España. Punta de lanza de las exportaciones y pilar de la economía andaluza, de ahí que la ley de economía circular sea tan importante asociada a este modelo. Una norma, la de economía circular, que se rige por los principios de sostenibilidad y que, entre otras cosas, promueve el aumento de la eficiencia energética en el uso de los recursos naturales para minimizar la emisión de contaminantes al medio ambiente, persigue el uso de materiales reciclados, posibilita la reutilización
La Ley de Economía Circular entró plenamente en vigor el pasado 1 de mayo. Y si bien se irán implantando determinados aspectos como la Oficina de Economía Circular, la contratación pública ecológica, el registro público andaluz de ciclo de vida de determinados productos (en el caso de la agricultura puede ser desde la maquinaria a el empaquetado, lo que viene a dar un sello reputacional a determinadas empresas que sí reutilizan), el modelo circular en el uso y reutilización del agua (en este caso la ley ha aprendido de muchas empresas agrícolas que llevan años aplicando este aspecto de la economía circular) o la constitución del Centro de Innovación Digital, hay que poner en valor de forma específica la correcta gestión de los residuos que lleva aparejada.
En este sentido, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía solicitaba en abril el inicio de la redacción del
Reglamento de Residuos en Andalucía.
Un Reglamento que va a ser clave para lograr un objetivo: Que a los vertederos llegue sólo un 10% de los residuos que se generan en la Comunidad Autónoma Andaluza con el horizonte 2035. El resto de los residuos serían reutilizados como subproductos. Es un objetivo ambicioso, sí. Posible, también. Y lo que es más importante: es imprescindible. Es cierto que este nuevo reglamento está dando sus primeros pasos pero tenemos claro que una vez redactado ofrecerá mejoras para el sector productivo (por supuesto también para el sector agrícola al reducir la burocracia que hoy es necesaria para que un residuo sea considerado ‘oficialmente’ como subproducto), facilitará el conocimiento del coste del ciclo de vida de cada producto (cuantificado en euros, monetariamente), favorecerá la elaboración de planes municipales de residuos para que las entidades locales puedan acceder a subvenciones y ayudas e impulsará, entre otras cosas, el compostaje doméstico y, mucho antes, el del sector agrícola.
La norma es fundamentalmente un gran impulso a la sostenibilidad. Y bajo ese prisma sostenible, ganan las empresas, también las hortofrutícolas, que reaprovechan recursos, buscan energías alternativas que acaban por reducir costes y producen ya a demanda limitando a cero los excedentes. Por no hablar del aprovechamiento máximo del agua, del que este sector es líder a nivel nacional y también internacional. Propugna, como he dicho antes, une cambio de modelo que genera beneficios económicos para la empresa, reduce los residuos y facilita su gestión. Y, esto es importante dado que posibilita nuevos nichos de negocio y acaba por generar más empleo.
“Los residuos ya no van a vertederos, sino que se reincorporan a nuevos procesos”
La circularidad reduce el impacto de cualquier proceso y genera desarrollo económico