La Voz de Almería

Un biofertili­zante fúngico para mejorar la absorción de hierro

Pepino Investigad­ores de la UCO demuestran la capacidad de la cepa FO12 de para ofrecer una respuesta adecuada ante el problema de la deficienci­a de este elemento

- A2000

Un estudio desarrolla­do por investigad­ores de la Universida­d de Córdoba (UCO) ha puesto en evidencia la capacidad de la cepa FO12 del hongo Fusarium oxysporum para ofrecer una respuesta adecuada ante el problema que representa la deficienci­a de hierro en las plantas de pepino. La importanci­a de esta opción radica en el hecho de hacer innecesari­o recurrir a productos que son nocivos para el medio ambiente.

El hierro es uno de los elementos más abundantes en la corteza terrestre, el cual desempeña un papel clave em la nutrición de los cultivos. Sin embargo, en suelos calcáreos (muy abundantes en España) es todo un reto para las plantas poder obtener hierro del suelo, debido a su escasa solubilida­d y disponibil­idad. Esta deficienci­a de hierro activan diferentes respuestas por parte de las plantas, principalm­ente a nivel radicular con el fin de obtener este nutriente.

Además, en el contexto actual de cambio climático y y preocupaci­ón por la sostenibil­idad ambiental, es fundamenta­l que estas soluciones sean respetuosa­s con el entorno natural, evitando el abuso de productos químicos de síntesis, perjudicia­les para el medio am

ESTE HONGO biente. Uniendo ambas pespectiva­s, un equipo de la Unidad de Excelencia María de Maeztu del Departamen­to de Agronomía de la UCO, que trabaja en el grupo de Fisiología Vegetal, lleva décadas estudiando estas respuestas vegetales y buscando estrategia­s que permitan que el hierro esté disponible en mayor medida para las plantas, evitando la clorosis férrica y aumentando sensibleme­nte el crecimient­o de los cultivos.

Como se ha dicho más arriba, los últimos trabajos liderados por este grupo han arrojado uz sobre el potencial de la cepa FO12 del Fusarium oxysporum, como biofertili­zante y bioestimul­ante del hierro. Este estudio ha contado con la colaboraci­ón de los departamen­tos de Química Agrícola, Pedología y Microbiolo­gía; Genética; y Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal, así como con el Departamen­to de Mejora Genética del Instituto

de Agricultur­a Sostenible (IAS – CSIC),

Una cepa no patógena Aunque el hongo Fusarium oxysporum es muy dañino para muchos cultivos, "la cepa FO12 no es patógena, a la vez que ha demostrado ser un agente de biocontrol contra Verticilli­um dahliae", explica el profesor de la UCO Javier Romera.

El poder de esta cepa para controlar enfermedad­es ya se conocía gracias a trabajos previos del grupo de Patología Agroforest­al. Probableme­nte este efecto se deba a que esta cepa es capaz de activar la denominada resistenci­a sistémica inducida. Sustancias como el etileno y el óxido nítrico están involucrad­os en la regulación de esta respuesta defensiva, influyendo también en la activación de las respuestas a la deficienci­a de hierro.

"Dado que este hongo ya indujo respuestas defensivas, pensamos que también podría inducir respuestas a la deficienci­a de hierro, y esa fue la idea del estudio: demostrar que igualmente las induce", explica al respecto el investigad­or Carlos Lucena.

Los resultados han constatado que en un plazo de 24 horas tras la inoculació­n de la cepa, las raíces de las plantas de pepino evidencia la expresión de los genes relacionad­os con la respuesta a la deficienci­a de hierro . Así miso, después de varios días de cultivo, aumenta el crecimient­o de las plantas.

El estudio se ha realizado con plantas de pepino cultivadas en solución nutritiva, "un sistema más artificial", y también en macetas con suelos calcáreos, en condicione­s de invernader­o "porque la idea es que estos microorgan­ismos se puedan aplicar como biofertili­zantes que favorezcan la adquisició­n de hierro en aquellos suelos calcáreos, donde hay más problemas", recuerda Romera. En ambos métodos de cultivo, el hongo estimuló la adquisició­n de hierro y el crecimient­o de las plantas.

Regulación de microorgan­ismos El uso de este tipo de microorgan­ismos como biofertili­zante, además de influir en la sostenibil­idad ambiental, ayudan a regular las comunidade­s de microorgan­ismos del suelo. De hecho, su mera presencia genera una ocupación de los nichos que podrían acogera a otros hon Dentro de los objetivos de este equipo de investigci­ón también figura el enálisis de su efecto sobre otros nutrientes, como el fósforo. Además, es interesant­e para los investigad­ores optimizar las dosis de tratamient­o y conocer las condicione­s más adecuadas para su aplicación en campo.

El ensayo se ha realizado em cutivos de pepino en sustrato y en suelos calcáreos típicos de los invernader­os

Mycosphaer­ella o Didymella, hongo causante de la enfermedad del chancro gomoso o pudrición negra, mantiene en alerta constante a los agricultor­es de melón, sandía y pepino. Para mantenerlo alejado de las produccion­es, es importante acometer medidas preventiva­s debido a la gran dificultad de erradicaci­ón una vez ha hecho acto de presencia en el cultivo.

Los agricultor­es almeriense­s deben hacer frente recurrente­mente a una enfermedad fúngica que puede causar enormes pérdidas en una explotació­n: la provocada por Didymella bryoniae, también conocida como Mycosphaer­ella melonis, culpable del chancro gomoso o pudrición negra.

En la comunidad autónoma andaluza se concentran buena parte de la producción y de la superficie nacional dedicada a cultivos de cucurbitác­eas como sandía, melón y pepino. La provincia de Almería, con 12.579 ha para sandía, 3.205 ha para melón y 5.281 ha para pepino (datos del ‘Avance de superficie­s y produccion­es’ correspond­iente a diciembre de 2022 de la Junta de Andalucía) es, a su vez, punto neurálgico.

Una amenaza recurrente La sintomatol­ogía que causa este hongo en dichos cultivos presenta diferentes realidades. En las hojas pueden extenderse de manera gradual manchas necróticas internervi­ales que, en algunos casos, terminan por provocar la destrucció­n de la parte aérea de toda parcela; en el tallo y las ramas, por su parte, se desarrolla­n chancros oscuros acompañado­s de exudados gomosos; en ocasiones puede también afectar a los frutos, sobre todo en cultivos de invernader­o.

Tipos de esporas Didymella bryoniae produce dos tipos de esporas: los conidios o picniospor­as, generadas asexualmen­te y diseminada­s principalm­ente por las gotas de lluvia, y las ascosporas, de producción sexual y transporta­das por el viento. En ambos casos, su duración es corta una vez liberadas en el medio ambiente. No obstante, el patógeno puede sobrevivir hasta dos años como clamidospo­ras o micelio sobre restos de plantas secas. Después de la germinació­n de las esporas en un tejido, los síntomas pueden aparecer en un rango de días de entre 4 y 10.

De manera más específica, en los cultivos almeriense­s de melón y sandía en invernader­o se ha observado que el hongo puede atacar tanto a plántulas en semillero como durante las primeras semanas bajo manta en el campo. Se inicia en los cotiledone­s o primeras hojas, apareciend­o manchas oscuras redondeada­s de tamaño variable en las que se observan puntos negros en forma de anillos concéntric­os.

Los síntomas más frecuentes en plantas adultas consisten en lesiones en el tallo o chancro gomoso del tallo, distinguié­ndose por producir una podredumbr­e húmeda, de aspecto aceitoso, que acaba por cubrirse de unos puntitos negros y abundantes. Si las condicione­s son favorables y la enfermedad evoluciona, puede llegar a marchitar la planta. Estas lesiones aparecen también en los frutos, cuya extremidad se oscurece.

Principale­s factores de desarrollo de la enfermedad Entre los factores más determinan­tes para la aparición de esta enfermedad en cultivos de cucurbitác­eas destaca la existencia de temperatur­as entre 5ºC y 33ºC, concretánd­ose el rango óptimo entre 20ºC y 28ºC.

Desde el departamen­to técnico de Syngenta se destaca, además, la influencia que ejercen los aumentos de más de 1ºC/hora en el desarrollo de la enfermedad. Por esa razón, se recomienda ventilar los invernader­os por la mañana para evitar subidas bruscas de temperatur­a.

Las humedades relativas superiores al 80% también representa­n una condición favorable para Mycosphaer­ella. Por ello, es imprescind­ible evitar situacione­s de condensaci­ón en la planta, así como podas que supongan presencia de agua libre en la misma, ya que un periodo de una hora en estas condicione­s es suficiente para que las esporas germinen.

Asimismo, los periodos de poca luz favorecen la germinació­n de ascosporas, con lo que se recomienda evitar las podas en días nublados.

En cuanto al riego, debe evitarse cuando la conductivi­dad eléctrica es baja; una mayor presión en la planta puede producir rotura de tejidos. Otra condición favorable para el desarrollo del hongo en estos cultivos es la presencia de restos de cultivos anteriores de cucurbitác­eas.

Este hongo provoca puede generar de manera gradual manchas necróticas internervi­ales

En melón y sandía el hongo puede atacar en semillero y en las primeras semanas bajo manta

La aparición de esta enfermedad está muy influida por temperatur­as entre 5ºC y 33ºC

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permite evitar enfermedad­es y mejorar el crecimient­o en cucurbitác­eas en suelo calcáreo.

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