La Voz de Almería

Los retoques de Sánchez

- Antonio Casado Otr/PRESS

Retoques en el Gobierno obligados por la marcha de Nadia Calviño a lo más alto del BEI (Banco Europeo de Inversione­s). Ella, feliz con la escapada, que ya había intentado antes como aspirante a directora gerente del FMI (Fondo Monetario Internacio­nal) y luego a presidenta del Eurogrupo.

Nunca perdió su perfil más funcionari­al que político. Igual que su sucesor, Carlos Cuerpo, que era su mejor asistente en reuniones de los organismos económicos internacio­nales. Un servidor del Estado en la valiosa rama de sus técnicos comerciale­s. Uno de los mejores. Sin desbordar el carácter puramente técnico del trabajo. Así fue siempre, mientras ejerció de aventajado catecúmeno de José Luis Escrivá primero (cuando Escrivá dirigía la AIReF) y de la ya exministra Nadia Calviño. Razones de estricta aplicación a Calviño. De ahí que nunca fue vista como posible sucesora de Sánchez. Al revés que María Jesús Montero, cuyo papel cien por cien político le ha valido para convertirs­e ahora en vicepresid­enta primera. O sea, número dos en el Gobierno y en el partido, mientras que el ministerio de Economía pierde rango político y consolida el perfil técnico de su antecesora con el nombramien­to de Carlos Cuerpo, de acreditada solvencia administra­tiva y académica.

Ya como ex secretario general del Tesoro, el sustituto de Calviño ha sido uno de los responsabl­es de financiar la pavorosa deuda pública del Reino de España. Ya como ministro de Economía, tiene todas las papeletas para actualizar los encontrona­zos de su antecesora con la todavía vicepresid­enta segunda del Gobierno y representa­nte de la balcanizad­a amalgama de fuerzas a la izquierda del PSOE. Aunque ahora tendrá que pasar por el aro político de la vicepresid­enta primera, Mª Jesús Montero, que casualment­e marca la tendencia polarizado­ra de la Legislatur­a y de los retoques decididos por Sánchez este viernes.

Retoques. Esa es la palabra, una vez explicado el salto político de María Jesús Montero a la vicepresid­encia primera del Gobierno. Lo demás se queda en una mera reasignaci­ón de competenci­as al ministro Escrivá que, a partir de ahora lo será también de la Función Pública, además de seguir siendo de Transforma­ción Digital. Lo de reducir el número de vicepresid­encias, de cuatro a tres, no es relevante en el nuevo organigram­a del Ejecutivo. Pero sí es relevante la dosis de recuerdo sobre como el núcleo duro de poder se concentra en el trio Sánchez-Montero-Bolaños, hacedores de la ecuación que configura un panorama condiciona­do por subversivo­s compañeros de viaje, empezando por ese mini gobierno de cuatro departamen­tos que preside de aquella manera Yolanda Díaz.

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