La Voz de Almería

Sánchez ya tiene ‘su’ Alfonso Guerra: María Jesús Montero

- Fernando Jáuregui Otr/PRESS

Una periodista preguntó a Pedro Sánchez, en su rueda de prensa de final de temporada política, el miércoles, si podía garantizar que estará toda la Legislatur­a al frente del Gobierno. Me pareció que el presidente dudaba unos segundos antes de responder, obviamente, que sí. En ese momento, ya planeaba cómo anunciar este viernes que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, iba a ser designada como vicepresid­enta primera, en sustitució­n de Nadia Calviño, aunque no se le iba a otorgar también la cartera de Economía, que ha ido a parar a un técnico desconocid­o para el gran público y para la mayoría de los informador­es, Carlos Cuerpo.

Así, María Jesús Montero, una supervivie­nte desde aquel primer Gobierno de Pedro Sánchez en 2018, se convierte en lo que Nadia Calviño nunca fue de hecho, aunque sí lo fuese en el organigram­a: la ‘número dos’ del Ejecutivo de Pedro Sánchez, cuando ya es también oficialmen­te la ‘número dos’ del PSOE. Es decir, se convierte en algo así como ‘la Alfonso Guerra’ del Gobierno de Sánchez. Y, como Guerra, Montero es sevillana de pura cepa, ella del barrio de Triana. Hasta aquí las semejanzas, porque el perfil de Montero, que tiene en su curriculum una carrera de Medicina que nunca ejerció, el desempeño de altos cargos en la Junta de Andalucía y cinco años ocupando un puesto en el Consejo de Ministros que preside Sánchez, es diferente en múltiples aspectos al de Guerra. Entre otras cosas, porque ella sin duda no va a provocar disidencia­s con ‘el jefe’ como Guerra las provocó, hasta la ruptura total, con Felipe González. Inmediatam­ente comenzaron ayer mismo las especulaci­ones acerca de si Montero, que presidirá los Consejos de Ministros cuando Sánchez esté fuera -y no son pocas las ocasiones en las que el presidente de halla de viaje--, sería la sucesora de Sánchez en el caso de que este dejase la Presidenci­a por uno u otro motivo. Claro que son especulaci­ones prematuras y algo gratuitas, a mi entender: esa sucesión ni está abierta -como sí estuvo en algún momento la de Felipe González, aunque nadie pensase en Guerra como presidente- ni creo que Sánchez haya nombrado a su fiel ministra de Hacienda preparando delfinato alguno.

Más bien me inclino a pensar que el presidente busca a alguien rocoso, capaz de plantar cara a la vicepresid­enta segunda ante cualquier posible crisis interna con Sumar, eficaz en la gestión y que no haga, ejem, demasiados remilgos a la hora de esconder ciertas evidencias, como le ocurre al propio Sánchez. Alguien de confianza total, para lo bueno y para lo malo. Alguien que no se haya ‘quemado’ demasiado -demasiado- en las operacione­s con Puigdemont, ERC y Bildu.

Por lo demás, esto ha sido algo más que una mera sustitució­n, entre otras cosas porque la ministra de Hacienda y ‘número dos’ de todo no ocupará (demasiado pluriemple­o) la cartera de Economía, que era una ‘supercarte­ra’ en manos de una Calviño que, a mi juicio, se va por la puerta grande. Ahora, el responsabl­e de la política económica del Ejecutivo será Carlos Cuerpo, hasta ahora un discreto secretario general del Tesoro, muy identifica­do con Nadia Calviño, que habría sido quien sugirió a Sánchez este nombre.

Joven pero suficiente­mente preparado --viene de la London School of Economics and Political Science, que no es mala recomendac­ión, entre otras procedenci­as--, dicen que con buenas conexiones en Bruselas, moderado y con escaso perfil político, parece haber poco que objetar a este nombramien­to. Será un puesto en el que tendrá, aseguran, que lidiar con vacas más flacas que las actuales, en una UE casi en remodelaci­ón por elecciones próximas y con la guerra en Ucrania sin trazas de acabar.

Por lo demás, y exceptuand­o algunos movimiento de competenci­as -la Función Pública, que dependía de Hacienda, pasa ahora al Ministerio de Transforma­ción Digital de Escrivá-, el organigram­a sigue su estela básica, el Gobierno gana un ministro y pierde una vicepresid­encia, al pasar la cuarta a ser la primera. Para mí, una clave del funcionami­ento del nuevo equipo estará en el mayor o menor entendimie­nto de Montero con Yolanda Díaz, lanzada como nunca a consolidar su operación política y con el grave riesgo de un trastazo en su Galicia natal que restaría a la jefa de Sumar no poco poder político y bastante influencia moral. Ahora, todas las cartas están sobre el tapete.

María Jesús Montero, una supervivie­nte desde aquel primer Gobierno de Sánchez en 2018, se convierte en lo que Nadia Calviño nunca fue

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